1.- Tengo a Julio Pérez por un buen tipo. Julio es el alcalde de Santa Cruz -Bermúdez es su primer teniente de alcalde-. Pero, por no sé qué designios, Julio, que es mucho más inteligente que Bermúdez, suele claudicar ante los deseos de esa tropa socialistoide que puebla los escaños del consistorio santacrucero. Me da que, en el fondo, Pérez lleva consigo una suerte de resentimiento social impropio; que no le corresponde, ni siquiera por origen. No me refiero a las ideas, porque las ideas, incluso las de izquierdas, no tienen por qué conllevar resentimiento. Julio Pérez es un señorito situado a babor, que juega a patronear una tropa que no le va, empezando por un tal José Ángel Martín -un sectario- y un godo llamado Corrales , primero en Izquierda Unida, luego en el PSOE y ahora en un híbrido de inspiración santiaguina. La Banda Borracha de Luis Aguilé tenía más fundamento. Viene esta introducción a cuento de que, aún sin que los tribunales los juzguen -si es que los juzgan-, y aún habiendo sido exonerados en la propia instrucción del delito más grave que se les imputaba, el de cohecho, pretendía esa misma tropa "rechazar social y políticamente a los responsables políticos (hay una redundancia) del Ayuntamiento de Santa Cruz", por la actuación de la corporación en el tema de Las Teresitas. Había varios socialistas en ella, por cierto. ¿Qué hubiese pasado si fueran culpables, que en vez del rechazo habrían pedido la pena de muerte?
2.- La cosa no salió, pero por los pelos. Y también me extraña la postura del PP -que se abstuvo-, porque en esa corporación figuraba también gente suya. ¿Se le ha olvidado acaso a Cristina Tavío la presencia de miembros de su partido en el consistorio de entonces? No me extraña nada de lo que ocurre en este país. A Camps lo han declarado no culpable y los disconformes con su exoneración se ponen a hablar de las faltas de ortografía contenidas en la resolución del jurado. "El País", órgano oficioso del PSOE, se permite incluso decir que con un jurado "profesional" (¿y qué es eso?) Camps habría sido condenado. Coño, aquí cada españolito se ha erigido en tribunal de justicia; es decir, que el conejo me riscó la perra.
3.- Yo a Julio, la verdad, no lo entiendo. No sé qué hace mezclándose con cierta gente, a alguna de la cual ha colocado donde no debía. A lo mejor la extraña petición de rechazo social (ellos se arrogan la condición de tribunal popular) tenía que haber sido dirigida a los que acusaron sin pruebas, a los que quedaron en ridículo montando juicios paralelos absurdos, a los informes policiales rotundamente falsos (por tergiversados), al dinero gastado en una investigación estéril, a cierta prensa mentirosa y a quienes vulneraron la presunción de inocencia, una norma constitucional tan machacada en este país de mierda. No era tu estilo, Julio, amigo mío, y más siendo un buen jurista, como sin duda eres, hacer el caldo gordo a ciertos "frikis", cuya actuación en la política va más dirigida a la algarada y la denuncia -ante su falta de respaldo en las urnas- que al trabajo por los demás, a la paz social y a la propia inteligencia. Sinceramente, no te entiendo, Julio. Ni a ti tampoco, Cristina. Y es que a este paso no voy a entender a nadie en este auténtico país de locos. Ojalá me llegue pronto la jubilación para mamarme los 900 euros del Estado y echar de comer a las palomas en la plaza de Weyler ; porque a estos tipos ya no los aguanto. Y eso.
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