Miren ustedes, hoy no me apetece hablar de los desastres de este Gobierno español de tarados. Hoy me apetece hablar del tiempo, de la humedad relativa, del septiembre de las mareas largas y de la madre que los parió. Ni siquiera voy a hablar del traje de Begoña con la bandera de la querida América de su marido, ni de las declaraciones de la ministra de Justicia acusando a jueces y fiscales del Supremo de ir con menores, creo que en Cartagena de Indias. Esta ministra de Justicia va a durar menos en el cargo que un dulce en la puerta de un colegio. Si los vio, que diga quiénes eran. Ya estoy hablando del Gobierno, coño, es que no me puedo reprimir, cuando yo lo que deseaba era, como les dije, hablar del tiempo. En este país todo el mundo acelera y frena, se trata de un territorio en un constante metisaca; es como un ciclón que se apaga y se enciende en cuestión de horas. Y como los digitales van más deprisa que los ciclones, pues la tenemos armada. España va camino del desastre más absoluto, no pinta nada en el mundo y nos ha costado un pastón el viaje de Sánchez a América para hacerse la foto con Trump, Melania y Trudeau. Este Sánchez nos va a salir carísimo y como se tendrá que marchar más pronto que tarde, no lo vamos a amortizar. Según un siquiatra amigo mío no tiene factores inhibitorios del ridículo, por eso no le afecta ni su tesis copiada, ni su torpeza a la hora de gobernar. Me consuela, eso sí, que el presidente del BBVA, el señor González, vaya a cobrar 80 millones de euros por su jubilación. Juro que no voy a pagar la próxima cuota del préstamo.
Publicado en el Diario de Avisos