viernes. 29.03.2024

Mira, Carolina, yo no me creo, en este país de decisiones judiciales extrañas, de maraña de leyes absurdas, de sentencias distintas para un caso similar (dependiendo si se producen los hechos en Murcia o en Canarias, un suponer), y de juicios paralelos, no me creo que Antonio Castro Cordobez, que es una persona decente, haya tocado un euro, aceptando un soborno de nadie. Está siendo investigado por conversaciones de terceros, que supongo que él mismo se encargará de desmontar. Así que no vale eso de retrasar la entrega de la Medalla de Oro del Parlamento de Canarias a quien lo presidió con acierto durante años y a quien ha defendido con ahínco, brillantez y honestidad la cosa pública. Hagamos de la presunción de inocencia una cuestión de justicia y no pongamos en duda la fama, con esos aplazamientos, de personas que son honradas mientras no se demuestre lo contrario; y no al revés. Así que yo creo que ese acto se debe celebrar, con la brillantez que merece, cuanto antes, porque la condecoración ha sido acordada y porque Antonio es un buen hombre que la merece. Me horrorizo cuando veo a Miguel Zerolo en la cárcel y me alegro cuando leo que el Supremo ha dado un varapalo a la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife por un caso similar al de Zerolo, el de Norberto Plasencia, que ha sido finalmente absuelto. Este país tiene una justicia contradictoria, no sé si por culpa de los jueces o de las leyes, esta es mi gran duda. De ahí que nuestra credibilidad judicial en Europa esté en entredicho, como se ha demostrado con la mascarada catalana. Hace tiempo que lo vengo diciendo, pero me siento solo. Y lo mismo el sistema penitenciario, que es distinto en Cataluña que en el resto. Ejemplo: el señor Pujol junior. ¿Pero no éramos todos iguales ante la ley?

Publicado en Diario de Avisos

Mira, Carolina
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