jueves. 05.06.2025

Por Andrés Chaves

1.- Cuando realmente se aprecia la belleza de las ciudades es por la noche. Santa Cruz de noche, recién regada, parece un pueblo de muñecas. Caen las gotas desde las hermosas flores de los parterres y brillan las hojas de los laureles. A los semáforos les han cambiado las luces y ahora brillan con más fuerza; ora rojos, ora naranjas, ora verdes. Si era bonito el amanecer de las palmas limpiando las calles recién puestas de mis mañanas juveniles, la noche de ahora es muy hermosa. Paco Pimentel , ya difunto, escribió páginas líricas de la noche de Santa Cruz, que él llamaba "nuit". Paco Pimentel, corrector de La Tarde, manchaba de puro las pruebas de las galeradas de plomo. Había sido policía municipal, pero estropeaba las guerreras de tabaco y lo condenaron a oficinas. Una vez, por escasez de personal, lo sacaron de las mesas para dirigir el tráfico en la explanada del mercado. Montó tal caos que aún se recuerda en el cuerpo. Tardaron varios días sus compañeros en devolver la normalidad a la circulación. Paco Pimentel, para no trabajar en algo que no le gustaba, se dedicaba a romper las multas con que sus colegas castigaban a los ciudadanos, a diez pesetas unidad.

2.- Nadie dirigía el tráfico como Cambray Zamorano , frente al Shangai deAlonso el Chino , donde se cargaban los cámaras de la tele, Jorgito Perdomo incluido. Una vez se emborrachó allí el franciscano menor, padre Salvador Sierra Muriel , junto con Eliseo Izquierdo , Alfonso García-Ramos , Enrique García Ramos y un servidor. El cura sacó un crucifijo de la iglesia de la Orden Tercera y salimos en procesión, calle de La Marina a través, hasta llegar a La Tarde, donde se rompió el cortejo. Eliseo puede dar fe de tal circunstancia. La noche de Santa Cruz es maravillosa, porque el tráfico se detiene y sólo el penetrante tranvía se deja sentir por debajo de sus catenarias.

3.- Me encanta pasear bajo las noches de la ciudad, tan abiertas, tan sugerentes, tan tranquilas, tan sin nada que hacer ni nada que contar. Santa Cruz sigue siendo un pueblo grande, con vocación de aburrido, pero enormemente atractivo. A mí la ciudad que más me ha impresionado por su belleza pueblerina es la danesa Billund, donde se fabrican los juguetes Lego y en la que los niños son los reyes. Todo ha sido hecho pensando en ellos. Billund, en cierta forma, me recuerda al Santa Cruz de las flores, los parques, las fuentes, pero sin un Atlántico que la arrulle. Muchas veces he soñado con Billund; allí estuve sólo una vez, pero tan intensamente. Comencé hablando de la noche y ya casi es de día. Ya ven.

achaves@radioranilla.com

La noche
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