1.- Determinadas sentencias y determinadas actuaciones de políticos del no a todo están convirtiendo a Tenerife en la isla de los idiotas. Que un edificio de Dominique Perrault, na da menos, se haya salido de ordenación (pero es legalizable) no merece ni un juicio penal ni el entusiasmo casi enfermizo de la fiscal de medio ambiente, ni la extraña condena a cárcel de los responsables municipales. Si esas son las leyes, que se cambien. O que se logre unidad de doctrina en su aplicación, porque un caso igual en Las Palmas fue archivado por la propia fiscalía. ¿Qué está pasando aquí? Me río yo de la justicia y de las leyes españolas -y tengo todo el derecho a reírme- cuando personas decentes como Manolo Parejo, Norberto Plasencia, Juan Domínguez, Loreto Ariz, Epifanio Gómez y Candelaria Benítez han sido condenadas a cárcel por bendecir un edificio de aparcamientos que algunos se atreven a calificar de "mamotreto" (¡y es de Dominique Perrault!) y los etarras que han matado a cientos de personas dejan la prisión y se integran en la sociedad. Vamos, hombre, este sistema judicial no funciona; que lo cambien o que cierren el país.
2.- Y estos brutos del no a todo, que se están cargando esta isla de idiotas y que están denigrando las formas elegantes de hacer política deberían tener vergüenza. La isla de enfrente crece y nos echa la pata por encima; y ellos, algunos de los cuales son, incluso, godos que no han dado golpe en sus vidas, confunden a la justicia, denuncian a troche y moche a ver lo que cae y perjudican el desarrollo de Tenerife. Yo no justifico nada; yo doy mi opinión. Y me da tristeza ser de aquí y vivir aquí y tener que lidiar con todos estos ignorantes.
3.- Espero que esta sentencia se remedie y que, en su caso -lo ha anunciado Eligio Hernández-, se depuren responsabilidades, las que determinen los tribunales superiores. Y abogo por que este edificio no se derribe, si es legalizable. Ya encontrarán los letrados del mudo Ayuntamiento de Santa Cruz argumentos. Lo que pretenden Moscú, París, Madrid, Viena, Pekín, una obra de Perrault, aquí lo tiramos abajo. Y que viva la Pepa, que vivan la jueza que firmó la sentencia, la fiscal de medio ambiente y Manolito Verbenas, caprichito de las nenas. Que viva yo, coño, en esta isla tonta.
achaves@radioranilla.com