jueves. 15.05.2025

Por Andrés Chaves

1.- Nunca había amado tanto al sol como después de las jornadas de diluvio universal, en los días en que el mundo se vino abajo en el norte de la isla. Cuando el Delta, mientras Santa Cruz y el sur sufrían, el norte no se enteraba. Lo mismo ocurría cuando la riada de la capital tinerfeña, que costó ocho vidas. Ahora, durante el temporal del norte, quien no se ha enterado ha sido el resto de la isla. Esto de los microclimas va a ser verdad. Vivimos en una isla que tiene cuatro islas dentro, así que lo que dicen del sur árido, del valle frondoso, de los suspiros en Las Mimosas y del tinte verde del mar, es decir, lo que sostienen los folcloristas románticos, va a ser cierto y habrá que rendirse a la evidencia. Me gustaría contar con precisión lo que viví durante el temporal, con la misma precisión, por ejemplo, que Julio Camba describía a la ciudad automática -Nueva York-, pero la memoria próxima me traiciona ahora, tiende a minimizar los acontecimientos, en contra de la memoria remota, que es proclive a maximizarlos.

2.- Sí recuerdo la disciplina de la población. Una disciplina resignada ante la adversidad. Jamás se habían respetado tanto las normas, ni se había respirado tanta quietud ante la desgracia. Escuché pocos gritos y presencié mucho orden y mucha solidaridad entre la gente. Quienes temen que una explosión volcánica desate el pánico en el norte de Tenerife, en el improbable caso de que se produjera, no deberían preocuparse. La gente ha sido solidaria, paciente y ordenada. Tres cualidades importantes en un caso de apuro colectivo.

3.- Las desgracias siempre enseñan. Es un tópico, pero también es cierto. En unos momentos en que el norte de Tenerife se recompone deberíamos pensar en mejorar algunas infraestructuras "de desagüe". Sí, porque esta isla ha vivido, durante siglos, cogida con alfileres, pendiente de una piedra capital. Hemos tenido suerte hasta ahora, pero la climatología es hoy tan cambiante y tan distinta que deberíamos prepararnos mejor ante previsibles catástrofes. Existe la materia prima de un pueblo extraordinario, que sabe obedecer y que sabe esperar y que sabe ayudar a los demás. Porque en esta tragedia del norte se han producido escenas heroicas que quedarán probablemente en el ámbito privado. Una parte de la isla ha sufrido, mientras otras comarcas de la misma isla ni se han enterado. Es la grandeza de un paisaje poco común. Tan misterioso. Menos mal que salió el sol.

achaves@radioranilla.com

El sol
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