Por Andrés Chaves
1.- Resulta que, en el periódico canarión metido con calzador aquí, jueces y abogados de Las Palmas opinan contra el periódico EL DÍA y dicen que el motivo de la condena del Parlamento de Canarias puede ser punible; y que, por tanto, debe dilucidarse el caso en el ámbito penal. Lo que me faltaba. Todos los que declararon esto el viernes pasado, con una asombrosa unanimidad, han quedado inhabilitados para enjuiciar al periódico, por razones obvias. Los magistrados y los fiscales, digo yo, de un país democrático, no pueden desposeerse de sus togas para emitir opiniones. Deben ser prudentes y huir del protagonismo. Si ellos, los opinantes de la carrera judicial, formaran parte de un tribunal contra EL DÍA , quedarían descalificados, serían carne de recusación: han emitido su veredicto antes del juicio. Es más, creo que deberían ser sancionados por el Consejo General del Poder Judicial, después de abrirles un expediente. Si para EL DÍA las opiniones no pueden ser libres, ¿sí lo pueden ser para personas que deben entender de los conflictos? ¿Pueden los jueces y fiscales poner en la calle sus opiniones sobre temas que les podrían llegar a sus manos, de seguir sus propios criterios? ¿Es lícito que influyan en otros compañeros no opinantes después de ellos emitir una sentencia pública? ¡Qué horror!
2.- Yo creo que este país se está volviendo loco. Pedro Pacheco , que fuera alcalde de Jerez, dijo una vez que la Justicia en España era un cachondeo. El tribunal de Sevilla que lo juzgó fue incapaz de condenarlo. Puede que yo no tenga la misma opinión que Pacheco, o puede que sí. Pero a la basca judicial y jurídica que se ha permitido declarar a La Provincia y a su sucursal tinerfeña que la línea editorial de este periódico debe ser llevada a los tribunales, puede estarle faltando no un agua, sino pipas a la hora.
3.- El mago resume con pocas palabras los sucesos que le parecen raros: "El conejo me riscó la perra". En La Gomera dirían: "¡Guaaaaá!". Y yo ya no tengo palabras para contar a ustedes esta serie de despropósitos que escucho cada día en mi propia tierra. A lo mejor debo coger el petate e irme, pero entonces, ¿quién le paga mis hipotecas a CajaCanarias? No tengo otro remedio que resistir porque, además, me han dicho por ahí que el que resiste gana.
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