Por Andrés Chaves
1.- He recibido una carta, vía e-mail, de Federico Daranas, hijo del inolvidable periodista y amigo don Mariano Daranas. Un tinerfeño que llegó a lo más alto del periodismo español, que fue corresponsal de ABC en París durante la última gran guerra. Un maestro. Lamento no poder complacer, aunque de manera momentánea, a Federico, del que su padre siempre me hablaba, porque no he podido encontrar el artículo que don Mariano escribió para un suplemento del Norte de Tenerife en "La Tarde", con el Valle y el Teide como motivos. Puede que José Luis Zurita, depositario del legado de "La Tarde", lo localice y me lo envíe. Desde luego, fue escrito entre 1971 y 1976, durante una estancia del periodista en el hotel Miramar, propiedad de don Isidoro Luz Cárpenter, alcalde que fue del Puerto de la Cruz por más de 25 años y presidente del Cabildo de Tenerife. Y gran amigo de don Mariano y de mi padre.
2.- Me cuenta Federico Daranas cómo conoció su padre a César González-Ruano, otro de los grandes del periodismo español, del que soy un ferviente y ávido lector. Estaba don Mariano en Sigüenza, allá por los años 20, cuando se le acercó un joven imberbe, desconocido, que le preguntó de sopetón, sin mediar más palabras: "¿Ha leído usted el Corán?". Era César González-Ruano. Fue así como se conocieron y el principio de una sólida amistad. César cita en sus memorias y artículos al periodista tinerfeño, con mucho afecto y admiración.
3.- En la misma carta, Federico me dice de su padre lo que yo no sabía: que jamás guardaba sus artículos. "Con excelente criterio periodístico", añade su hijo, "él pensaba, y así me lo dijo reiteradas veces, que el valor de un artículo en la prensa diaria no rebasaba nunca el tiempo de rotación de la Tierra sobre sí misma, por lo que, fiel a sus convicciones, jamás guardó ninguna de sus reseñas". Y añade un bonito párrafo sobre la tierra de su padre: "No habría, sin embargo, resultado despropósito que, con carácter excepcional, hubiera conservado, por el valor perenne del tema, una copia de su canto al Teide pues de él no admiramos su belleza fugaz, transitoria, sino su majestuosa, subyugante y perdurable presencia, seña de identidad garantizada para las futuras generaciones canarias". Muchísimas gracias a Federico Daranas y la seguridad de que vamos a encontrar ese artículo de su padre, que le enviaré enseguida. Y que le va a encantar. Yo, incluso, vi cómo lo escribía, a mano, en la terraza del hotel en el que se alojaba. En un momento.
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