miércoles. 14.05.2025

Por Andrés Chaves

1.- Me he puesto lírico algunas veces en los últimos meses para hacer la glosa de las puestas de sol en los atardeceres del Norte de Tenerife. Bienvenidos al Norte. También para regresar al pasado verde de mis plataneras. Cuando era niño viví muchos días entre ellas, tocando los poros de la badana y paseando los coches de verga sobre la tierra anegada. Todas estas cosas, todos estos recuerdos, imprimen carácter. Aquel tiempo pasado fue mejor, porque sin responsabilidades yo corría entre las frondas del Norte con la alegría que hoy no existe, devorados ahora el ánimo y la voluntad por el tráfago imperdonable de estos tiempos. Cuando niño, me sentaba a leer a Azorín en una ventana de mi casa del Puerto, que era un espectáculo de personajes repetidos: siempre pasaban por allí los mismos; sus preocupaciones eran contadas; más que nada, vivir. El mar batía igual, el cielo era parecido, la brisa movía a los mismos laureles de Indias de la plaza del Charco. Y mi preocupación era sacar buenas notas y esperar a los 18 años para que me dejaran conducir el coche de mi padre. Todo se cumplió, incluso con largueza.

2.- Yo era, por entonces, dueño de mí mismo porque los objetivos eran perfectamente alcanzables. Si lo hacía bien, me premiaban; si lo hacía mal, pues entonces tenía que soportar malas caras en casa. Nunca un pleito; jamás una recriminación. Sólo una mirada seria. Hoy no soy dueño de mí mismo sino que me manejan los bancos, los lectores y los oyentes y las nuevas circunstancias de mi vida desde que me hice mayor y profesional de esto. Muchas veces me pregunto si ha valido la pena. ¿No es más feliz quien reduce los objetivos y se acomoda? ¿Compensa estar siempre en el ojo del huracán o en la lengua de quienes no me conocen de nada? Ya he dado un paso importante: regresar al Puerto de la Cruz. Este aire me motiva y me alegra no poco la vida.

3.- Cuando los lectores me piden que me meta más en la lírica lo agradezco. Porque desde los púlpitos de la lírica no me insultan; sólo me insultan desde la tribuna política. Desde que dejo de ser políticamente correcto e intento llamar a las cosas por su nombre. Este país no ha perdido sus miedos, tantas veces manifestados en la Transición, sino que los sigue teniendo. Avanza, y probablemente avanza mucho, pero los miedos continúan ahí. Si ustedes imaginaran los insultos que me envían por correo electrónico se asombrarían. Queda mucho cobarde, gente incapaz de comprender y debatir.

achaves@radioranilla.com

Bienvenidos al Norte
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