Por Andrés Chaves
1.- Lo recuerdo como si hubiera acabado de ocurrir. Eran dos putas, una se llamaba Guillermina y la otra Polda . Moraban en la casa de Paco Pimentel , en la calle de la Curva. Las dos llevaban el pelo color caoba. Como era época de cierta escasez -crisis, la llaman- y no había tinte disponible le habían robado la caja a don Eusebio, el betunero del Atlántico, y así lograban para sus cabelleras el cobrizo de indio de las praderas; de india vieja. Todo era tan real; y lo curioso es que las dos furcias tenían rostros inciertos y ejercían el periodismo (qué disparate, dos prostitutas ejerciendo esta profesión, aunque ahora que lo pienso?) con el mismo afán que el refocile. No sé si ustedes vieron la película "Zorba, el griego", pero si es así imagínense a la vieja ramera francesa que se beneficiaba Anthony Quinn , o sea Zorba , en el filme. Él la llamaba "Bubulina" . Guillermina y Polda se parecían mucho a Bubulina. Las dos tenían acento godo. Coño, me quieren recordar a alguien. No me hagan caso.
2.- Esto de los sueños es muy puñetero, porque, además, intuyo que ustedes no lo cogen. Guillermina y Polda eran las reinas del corral, mandaban mucho en esa calle de la Curva. Quizá el sueño venga a cuento porque el otro día, Julio Fajardo , mi querido amigo, en una tertulia radiofónica, me recordó aquella casa de Paco Pimentel, que en gloria esté, y por alguna asociación de ideas, aunque no creo, me vinieron a la memoria dos periodistas que parecían putas o dos putas que parecían periodistas, no se lo sabría decir a ustedes, honradamente. Sólo recuerdo el pelo caoba, los rostros estirados y muy blancos, como Bubulina, el acento godo, quizá de ese Norte de España, quizá de Castilla. Y muy mala leche.
3.- Con Guillermina y Polda estuve toda la noche. Ellas se esforzaban en hablarme de ética periodística, pero era una ética muy aburrida, una ética sin alma. Y me desperté sin saber si había sido sólo sueño o pesadilla y si eran putas o sólo eran periodistas; o las dos cosas a la vez. Polda rezaba mucho y a Guillermina le daba por cantar cosas muy raras. Se pasaron el sueño hablando de la hora del cierre, pero yo no sé exactamente lo que es la hora del cierre. Ignoro a estas alturas si se referían al cierre de un burdel o al de un periódico, que en ocasiones son cierres simultáneos. "Vaya lío de sueño", pensé, aunque tampoco sé qué pintaba en esta pesadilla mi amigo Carlos , que hace poesía colgando cuadros de exposiciones imposibles. Voy a ver si llamo al exorcista para que me dé razón de este batiburrillo del que, sin duda, no saldré bien parado.
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