1.- Dale Decker , de 37 años, desarrolla 100 orgasmos diarios desde el año 2012. Esto puede parecer gracioso, e incluso una gozada, pero creo que el pobre Decker, que tiene nombre de taladro, está a punto de tirarse por un barranco. El hombre vive en Two Rivers, Wisconsin, y ya no puede más. El otro día fue a un supermercado, le vino el gustirrinín y al poco tiempo tenía a 150 personas de público y alguna que otra fémina dispuesta a intervenir activamente en la cosa. La sobre excitación espontánea de los genitales es una enfermedad rara, mucho más que el priapismo, que es también bastante aparatoso y más como tanque de guerra que la otra. La enfermedad ha sido estudiada por el doctor David Goldmeier , del Imperial College de Londres, aunque que se sepa no ha dado ninguna solución al asunto. Lo más probable es que un día se le pase, pero, ¿cuándo?, se pregunta amargamente el pobre Decker, ya agotado y a punto de dar el toletazo definitivo con tanto mal del sambito.
2.- Todo ocurrió cuando este hombre se cayó de una silla, sufrió una desviación de vértebra y esto le afectó a los nervios pélvicos, que se le dislocaron. De camino al hospital desarrolló cinco orgasmos, ante el pavor del conductor de la ambulancia, que no sabía qué hacer -daba las curvas apretando los muslos-, y de la propia esposa del afectado, que ha decidido dormir en cama separada por razones más que obvias. La noticia de este rebumburún la ha dado el "Daily Mail", que desciende a todo lujo de detalles (les ahorramos los más escabrosos). Espero ver a Decker en "Sálvame" y que ofrezca una exhibición ante tan selecta concurrencia.
3.- Y, lo que es peor, dado lo raro de la cosa, no hay quien le ponga remedio a su mal. Decker dice que la situación es muy embarazosa y que apenas sale de su casa, no le vaya a dar el tontín en la guagua y la arme; o en un taxi, con la mala leche que tienen algunos taxistas, tan celosos de sus sillones traseros. Total, que el hombre anda desasosegado con tanto tembleque y cuenta los días para que se le coloquen los nervios genitales en su sitio, de forma espontánea o mediante una delicada operación. Ya veremos. A mí no me gusta mucho dar estas noticias porque me entran unos escalofríos -escalafríos, dice el mago- tremendos, pero considero que tiene interés periodístico ver a un tipo por la calle dando jinchetes.
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