El mundo del tolete es un mundo en el que la realidad camina en un plano paralelo al verdadero. Son estos personajes, los toletes, los que creen que aquellas cosas que suceden en el mundo paralelo al que sólo ellos tienen acceso son reales. A ellos, a estos toletes, va dirigida la siguiente pregunta: ¿se puede ser informador e intentar coaccionar a un trabajador de una administración pública? Es muy curioso lo que estamos contemplando, el grado de degradación mental de algunos sujetos que tenemos que soportar a pesar de nuestros denodados intentos de no saber nada de sus miserables vidas. Nos consta que la amenaza en cuestión está grabada, y nos consta que de no cambiar mucho las cosas se podría hacer uso judicial de ella. También nos consta que hay algunos políticos a los que se les implica en la historia, a los que se les deja como el rabo de un perro al dar a entender que sirven a determinados intereses empresariales. ¿Será posible que algo así esté sucediendo en Lanzarote?
