No es cierto que nosotros le tengamos “manía” a aquellos que ejercen en alguna institución pública o privada con incidencia social relevante, simplemente porque pidamos que se manden a mudar. Cuando, por ejemplo, decimos que Don Francisco de Armas debe dimitir no estamos poniendo en tela de juicio su honestidad personal - (¿Fuera de toda duda? Si, claro que si) - y su solvencia profesional. Lo que cuestionamos es su capacidad para estar ahí, en un puesto importantísimo con enorme incidencia económico-social en el ámbito insular. Creemos que el traje le queda largo, muy ancho y por ello le invitamos, cariñosamente, a que dimita. Sabemos que Don Rafa no lo quiere porque, dicen, que al tal Don Rafa le encantan las personas dóciles, “fieles” y disciplinadas. Lo entendemos, pero en modo alguno, lo compartimos.
No es verdad, tampoco, que cuestionar la incapacidad manifiesta de José Parrilla para seguir detentando la presidencia de la Confederación de Empresarios de la isla lo hagamos porque nos caiga antipático, no, lo decimos porque la confederación necesita una vuelta de tuerca, menos generosidades para los amigos y dar respuesta seria a la problemática que el mundo empresarial tiene en el momento presente. Creemos que donde mejor puede ejerce el tal Don Parrilla es en Cabo Verde. Creo que el clima es saludable para él y para nosotros los conejeros el que esté lejos. Don Pepe “dilate” su venida, dilatela, porque así ganaremos todos.