Bueno es que los niños se dediquen a jugar con los juguetes. Malo es que lo hagan los mayores, sobre todo cuando esos juguetes son los protagonistas de una posible infracción urbanística. Es lo que nos cuentan que está pasando desde hace tiempo con el silencio culpable de los de siempre, de nuestros políticos, que no sabemos muy bien por qué hacen la vista gorda con determinados jugueteros. Es el caso de Don Pepa, que es una fiera para montar todo tipo de carpas, incluso para los más pequeños. Lo siguiente que va a hacer es montar un circo. La carpa ya la tiene, y los enanos también. Sólo tiene que mirar a su alrededor. Eso sí, estamos seguros de que a este, a Don Pepa, le van a crecer esos enanos muy pronto. Después del repaso monumental que se ha llevado en la carrera hacia la presidencia de una organización empresarial tan prestigiosa como la Confederación, dicen que se le ha visto de nuevo buscando billete para Cabo Verde. Allí ya conocen perfectamente sus andanzas y desventuras. Y lo esperan con los brazos abiertos, y no precisamente para darle un abrazo de bienvenida. Este quijoteado personaje no atraviesa su mejor momento. Ni él ni sus dos consejeros espirituales, Elvis y el Petapepa, dan una a derechas, ni a torcidas. Otro día les contamos con más detalle la historia de los juguetes, porque nos han prometido que nos harán llegar la documentación pertinente que demuestra la irregularidad del asunto.
