Por desgracia a personas que por unas razones u otras las cosas no terminan de irles bien en la vida, y terminan en la indigencia. En nuestra sociedad los vemos a diario entrando y saliendo de La Rocar, como antes lo hicieron del Arrecife Gran Hotel. Dicho esto, debemos subrayar que hay algunos que se piensan que todo y todos tenemos un precio. Así, mientras esos “algunos” se forran, se llenan los bolsillos que da miedo, mandan recaditos a través de emisarios creyendo que los receptores de los mensajes son una especie de indigentes que tienen que ir pidiendo por puertas. Insistimos en que los indigentes los pueden encontrar de momento y hasta que se derriben las naves en La Rocar, no en los lugares donde se les pone el dedo en el ojo, donde nos dicen que están cansados de determinadas dádivas.
