jueves. 05.06.2025

Es curioso cómo algunas iban a un determinado despacho de determinado periodista con el moco a cuestas, cómo, cual auténticas plañideras, lloriqueaban y lloriqueaban pidiendo una ayuda que luego se les brindó. Y es que la gente se transforma que da gusto cuando cambia de estatus, cuando consigue el objetivo que defendía. Todavía recordamos cómo estas Plañideras, además de llorar y llorar -porque miren que lloraban-, ponían verde a quienes luego abrazaron, a quienes luego incluso besaron. Cómo cambiaron de opinión de forma radical, olvidándose en seguida de los que les ayudaron. No importa. El tiempo pone a cada uno en su sitio, y Roma, porque es mucho Roma, no paga a traidores. Por cierto, que buena parte de lo que está sucediendo ahora con las Plañideras la tienen sus socios, los socios consentidores de las Plañideras. ¿Reaccionarán en algún momento y pedirán el divorcio o van a seguir aguantando el escarnio y la vergüenza pública?

LAS PLAÑIDERAS
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