Si finalmente el Partido Socialista (PSOE) no entra a gobernar en el Cabildo de Lanzarote arrebatándole la Presidencia a Coalición Canaria (CC), cualquiera puede afirmar que los socialistas tienen unos estrategas a los que habría que mandar a algún curso de reciclaje. Porque a día de hoy, y han pasado más de dos meses, a nadie se le pasa por la cabeza que un partido tan aparentemente serio como este pudiera decidir romper el acuerdo de la Primera Corporación insular poniendo en serio riesgo instituciones como los ayuntamientos de Arrecife o San Bartolomé sin tener un plan b. Viendo lo que ha sucedido este fin de semana en el congreso del PSOE cualquiera también encuentra pistas de que no son muy finos a la hora de analizar cómo está su partido por fuera y sobre todo por dentro. ¿Cómo es posible que alguien decidiera confeccionar las listas de la Comisión Ejecutiva, del Comité Insular, del Comité de Garantías y de los representantes en los órganos regionales sin contar con la gente que apoyó a Marcos Hernández en las primarias, de quién ha sido la idea? Por muchas excusas que pongan, tienen razón los que están dentro de ese sector claramente no oficial cuando se quejan, cuando dicen que no entienden que se haya pasado un rodillo como el que se ha pasado en el congreso. Nadie obliga a poner a tus adversarios en los puestos de máxima relevancia, pero una persona o grupo inteligente habría entendido que más del cuarenta por ciento de la militancia tiene que sentirse más o menos representada en los nuevos órganos de dirección. ¿Quién les va a pedir ahora que vayan a pegar carteles y a buscar votos por todos los rincones de la Isla, cuántos de los afectados se van a marchar del partido, qué pérdida de poder supone una acción tan torpe?
Desde luego, como van las cosas, y sin tratar de ser ventajistas con aquello de que ya lo habíamos advertido, todo parece indicar que esos asesores deberían tener los días contados. El PSOE no sólo no ha conseguido los números para echar a San Ginés y a los suyos sino que ha logrado que sea palpable una vez más la profunda división que hay en la izquierda, también en la de Lanzarote. O lo que es lo mismo en versión siglo XXI: el progresismo. Porque la izquierda en algunos casos no es izquierda izquierda, es progresismo, un concepto que ni los que son progresistas saben muchas veces ni cómo definir.
En confidenciales anteriores hemos advertido de que en Podemos había pocas o ninguna gana de que el PSOE llegara a presidir el Cabildo con su apoyo. La razón oficial es hasta lógica: no podemos vender renovación y nuevas prácticas quitando a un presidente al que no podemos ni ver para colocar a un señor que ha sido alcalde durante tres lustros en el municipio de Tías y del que tenemos sospechas de que no ha sido trigo limpio. La razón extraoficial, que a nosotros nos convence más, es que a Podemos no le interesa que el PSOE adquiera mayores cuotas de poder. Les ven como rivales en las urnas, y, por tanto, no están dispuestos a regalarles nada, y mucho menos poder. Por eso y por otras razones la Asamblea que celebró Podemos este sábado decidió que con José Juan Cruz ni a misa. Que no le quieren, vamos. Y si no le quieren, no quieren al PSOE, porque en Podemos, a pesar de su teórica pubertad política, no son bobos, y saben perfectamente que jamás de los jamases la formación que lidera con mano de hierro Dolores Corujo podría aceptar el sacrificio de su número dos en el partido, mucho menos ahora que le han vuelto a elegir como secretario de Organización.
¿En qué estaban pensando por tanto los geniales estrategas del PSOE cuando decidieron romper el pacto en el Cabildo? Seguramente en que las cosas iban a ser mucho más sencillas de lo que finalmente están siendo. Cerrada casi en su totalidad la posibilidad de que se presente una moción de censura, ¿en qué escenario se mueven ahora? Pues en uno tremendamente delicado. CC, que no se ha estado quieta desde que vio amenazado su principal bastión, ha buscado otras alternativas al PSOE, y de momento la cosa no le va mal. Lo contamos otro día.
Y si finalmente no se cargan entre todos a Pedro San Ginés, ¿qué habrán conseguido? Posiblemente, como suele suceder en momentos así, reforzarle de cara al futuro. ¿Era eso lo que pretendía el PSOE cuando se fue del Cabildo? Es obvio que no.
Porque Pedro San Ginés, según reflejan las encuestas a las que ha tenido acceso este diario, era un político que estaba lógicamente a la baja. El poder desgasta a todo el mundo, y la gente termina cansándose hasta de su sombra. Sin embargo, con el guirigay que han montado los unos y los otros, principalmente el PSOE, es muy probable que esas encuestas que hablaban de una bajada en la intención del voto ahora reflejen una notable subida.
Mientras algunos se dan cabezazos contra las paredes, el presidente del Cabildo ha hecho otra jugada que le acerca al jaque mate: ha demostrado que la huelga de este verano que le costó la salud a su compañero Echedey Eugenio y millones de euros a todos los lanzaroteños no fue otra cosa que una huelga política. Algunos trabajadores lo sabían, pero otros, tal vez la mayoría, no. Ellos, los trabajadores, querían que cumplieran con aquello que se les adeuda, como haría cualquiera; sin embargo, muchos estarán ahora sorprendidos al comprobar que les han engañado, que San Ginés tenía razón cuando aseguraba que el pago que se pretendía hacer del complemento que fue objeto principal del pleito era ilegal. El tiempo ha puesto a todos en su sitio, especialmente a la oposición que sin parar la huelga cuando se pudo parar esperó hasta entender que el desgaste de San Ginés y de CC era suficiente. ¿Suficiente? Otro error tremendo de los asesores de Dolores Corujo, seguido por los otros partidos como si de una buena estrategia se tratara.
¿Y San Bartolomé, y Arrecife? Pues si no cambian las cosas, tendrán que seguir igual, aunque el hecho de que Corujo no haya presentado ya su dimisión como alcaldesa hace pensar que no las tienen todas consigo, que no se fían de llegar al pleno siguiente al de su renuncia al cargo y que Alexis Tejera no se encuentre en serias dificultades para obtener los apoyos que requiere, que no son pocos teniendo en cuenta las actuales circunstancias. Arrecife, tres cuartos de lo mismo. Con todo el ruido que se ha hecho, parece que finalmente todo podría quedar en nada, y los vecinos seguirán aguantando un Gobierno en el que los socios no se soportan. Porque mucho nos tememos que los concejales de CC van a seguir donde están.
Precipitación del PP
La presidenta de los populares lanzaroteños, Astrid Pérez, no se caracteriza por ser una mujer tranquila. Casi siempre actúa por impulsos, y en ocasiones podríamos decir que su paso por las cuestiones mundanas y políticas recuerda al de un elefante en una cacharrería. A veces el sistema le ha funcionado, pero esta vez nos da la sensación de que no ha sido así. El no escuchar a la gente, y el estar tan estresada como debe estar una mujer que acumula tantas responsabilidades en la vida, no deben ser buenos consejeros. Lo decimos porque el PP podría haber jugado un papel parecido al del Partido de Independientes de Lanzarote (PIL), formación política que lleva dos meses jugando al gato y al ratón, dejándose querer por unos y por otros, para luego no decir cuando llegan las inoportunas preguntas de la prensa que se apoya a fulano o a mengano. “Ya decidiremos cuando tengamos una propuesta oficial a debatir”, repiten todos como un mantra que se han aprendido de p a pa. Mientras todo el mundo especula, ellos han estado esperando a ver el andar de la perrita, el resultado final de tanto movimiento del resto. Si hubiera moción de censura, incluso si el PSOE les ofreciera todavía más de lo que ya les han ofrecido, el PIL estaría ahí. Ya encontrarían las excusas, centradas sobre todo en el terreno que ha ido abonando durante estas semanas Manuel Cabrera. Que la cosa no cuaja como parece y finalmente no se mueve nada, ellos se quedarán en su sitio y dirán que no han participado en contubernio alguno, que siempre han creído y trabajado por la estabilidad institucional que otros querían romper.
Pero, claro, en el PP no pueden decir lo mismo, porque han anunciado hasta el último de sus movimientos y han contado hasta el último de sus pensamientos. Ha sido un interesante e innecesario ejercicio de transparencia política, dando la sensación de que eran ellos y no el PSOE y CC los causantes de todo este estropicio. Y, por si fuera poco, han dado por rotas unas negociaciones que en teoría no eran oficiales, porque que nosotros sepamos ni Migdalia Machín ni ningún miembro de CC habían hablado de lo que en teoría han estado hablando con el PP. Otro desastre. Porque, es un suponer, ¿y si Ciudadanos cambia de repente de estrategia y decide que se suma a una moción de censura en el Ayuntamiento de Arrecife, qué haría entonces el PP, llamaría otra vez a las puertas de CC para animarles a que abandonen el Gobierno de Eva de Anta y de paso se pongan a negociar de nuevo su entrada en el Cabildo? Posiblemente es política de ciencia ficción y el PP tenga datos para dar por enterrada su posibilidad de gobernar en las dos principales instituciones de la Isla en estos dos años que quedan. Pero es posible también que se hayan precipitado, por no tener la paciencia que requiere este río revuelto en el que otros se han sabido mover de forma bastante solvente.