Nos cuentan la historia de un conocido -muy conocido- empresario del mundo del turismo que anda pregonando a los cuatro vientos que hay que cerrar como sea la Escuela de Hostelería. ¿La razón? Que no es rentable. Y claro que no es rentable, sobre todo para empresarios como él que se dedican al sector turístico con el mínimo de personal, y sin cualificación alguna. Es muy fácil hablar de cerrar este centro cuando a uno no le afecta, cuando uno gane millones de forma cuanto menos sospechosa. Tampoco nos extraña que sea este empresario el que hable a sus colegas de hacer una campaña de concienciación en este sentido, porque mientras a él le vayan pagando las facturas que endosa una vez sí y otra también a determinadas instituciones públicas, la cosa va bien. A lo mejor la Escuela de Hostelería no es rentable, pero menos rentable es que a uno le pillen con las manos en la masa.
