Ya saben nuestros lectores más despiertos -los más dormidos también lo deben saber- que en Fuerteventura se está haciendo un censo de palmeras, con el objetivo de salvar a nuestra preciada planta del molesto picudo rojo, ese bichito que se metió hace tiempo en nuestras vidas y que no hace otra cosa que tocar lo que usted y nosotros sabemos. Qué curiosa es la naturaleza, qué curiosa es la vida, porque existen unos paralelismos asombrosos entre algunos animales y algunos seres humanos, por llamarlos de alguna manera. Es el caso de Picudo Rojo que se instaló hace tiempo -ya ni lo recordamos- en una importante institución de la Isla y que como el otro bichito no hace otra cosa que estar todo el día tocando lo que usted y nosotros sabemos. El caso es que la inoperancia y la gandulería del Picudo Rojo, el político, está provocando todo tipo de situaciones insólitas, muchas de las cuales sus compañeros no saben ya ni cómo atajar ni cómo explicar a la sociedad. La última que se le ha ocurrido nada menos es la de proponer al Cabildo que envíen al Sargento Alatriste para exterminar al picudo rojo, el bichito, y a la ardilla moruna. Según lo vende el Picudo Rojo al Sargento Alatriste, personaje al que parece conocer muy bien, parece que es la solución a todos los males de Lanzarote. Esperemos que de una vez por todas alguien le ponga en su sitio.
EL CENSO DE PICUDOS
26 de octubre de 2006, 15:30