Poco a poco se va viendo un pequeño brillo que hace tener algo de esperanza para el futuro. Poca esperanza, pero la suficiente para entender que con algo más de tesón y esfuerzo se puede cambiar la faz de un puerto, el de Los Mármoles, que sigue adoleciendo de casi todo.
En la presente edición Crónicas informa a sus lectores de que el informe favorable sobre el ensanche del dique de Los Mármoles sólo está a la espera de la firma del presidente de Puertos del Estado para su remisión a la Autoridad Portuaria de las Palmas. El proyecto, cuyo presupuesto alcanza los 16 millones de euros, es la intervención más importante que se acometerá en la instalación arrecifeña a corto plazo. Una vez recibido el informe de Madrid, la infraestructura saldrá a licitación pública porque su ejecución ya ha sido aprobada por el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria. Toda obra cuya inversión supere los 300.000 euros debe ser informada por Puertos del Estado.
Se trata sin duda de una gran noticia, una noticia que sin embargo no es más que una gota que cae en un asentado desierto de arena.
Es un asunto que venimos anticipando ya desde el mes de diciembre, cuando contamos a nuestros lectores que el Departamento de Proyectos de la Autoridad Portuaria de Las Palmas aseguró que las obras de rehabilitación de la Estación Marítima del puerto de Arrecife comenzarán el próximo mes de enero. Dijimos entonces y decimos ahora que es una gran noticia, puesto que estamos acostumbrados al vacío más absoluto en lo que a inversiones portuarias se refiere, estamos huérfanos de obras. Cuesta creer que Lanzarote sea un puntal en el tráfico de cruceros. Cuesta creer que los barcos estén llegando en estos momentos al muelle de Los Mármoles y atraquen con una dificultad digna de cualquier prueba automovilística. Cuesta creer que llevemos años reclamando las mejoras oportunas en la zona y que no se haya hecho absolutamente nada desde la Autoridad Portuaria de Las Palmas.
Por eso cuesta creer que se haya apagado el eco de la reivindicación que tendría que estar un día sí y otro también en los medios de obtener una autoridad portuaria propia. A este medio y a sus redactores no se les cansarán los dedos a la hora de escribir cualquier tipo de noticia o artículo de opinión vinculado con este asunto, sobre todo después de que hasta el presidente del organismo, Emilio Mayoral, dijera estar de acuerdo con el tema. Eso sí, con la boca pequeña al estilo Luis Hernández y hablando de la sempiterna duda de la rentabilidad económica.
Es raro, pero a nadie debería extrañar que se estén intentando desarrollar iniciativas como la que promueve la Cámara de Comercio de Lanzarote que preside Eduardo Spínola para lograr la autonomía de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, la misma que año tras año se olvida de las notables carencias que tiene nuestro puerto.
La estampa que se dibuja cada semana en el perfil de nuestro litoral refleja claramente esta cuestión. Enormes cruceros cargados de pasajeros se amontonan en un estrecho y vetusto muelle que ni de lejos reúne las condiciones adecuadas para que atraque tanta embarcación. Qué decir del resto de las instalaciones, qué decir de las deficiencias que los consignatarios del puerto con Tomás Fajardo a la cabeza están cansados de denunciar, qué decir incluso de la nula recepción que se hace a los turistas que no tienen excursión contratada.
El puerto de Arrecife, como este medio ha sostenido en infinidad de ocasiones, es un lugar absolutamente dejado de la mano de Dios a lo largo de los años que ha sido un foco constante de conflicto, hasta el punto de que se ha planteado muy seriamente por parte de diferentes asociaciones y partidos políticos solicitar su independencia que es tan factible como fue en su día la de distintos puertos de la geografía española con muchas menos necesidades y con mucho menos tráfico que el nuestro, como el de Motril o el de Avilés.