El pasado fin de semana, el consejero de Economía del Gobierno de Canarias, José Carlos Mauricio, se jactaba públicamente de la buena salud de la que, según él, gozan de último la mayor parte de las empresas públicas relacionadas o vinculadas con el Ejecutivo regional. Aquí ni quitamos ni ponemos rey, y bien que nos gustaría creernos a pie juntillas ese optimista análisis del consejero. Si él lo dice...
Otros datos, acaso no tan optimistas como los del consejero grancanario de Economía, nos recuerdan también que Canarias está entre las cinco regiones españolas cuyos respectivos gobiernos autónomos poseen más empresas públicas. Es un dato contrastado, dado a conocer recientemente en las páginas de la prensa nacional. Y es llamativo constatar que la marca o el listón de Canarias apenas lo superan los vascos, los navarros y los andaluces. Nuestro Archipiélago se encuentra al mismo nivel en número de tales sociedades que Cataluña, pero no hay que olvidar que los canarios no alcanzamos los dos millones y los catalanes son más de seis, así que no conviene sumar peras con manzanas ni hacer odiosas y falsas comparaciones.
En conclusión, que parece que se han quedado en nada la falsas promesas políticas de proceder a la reducción de gran parte de esas empresas públicas, que son una suerte (desgraciada, casi siempre) de agujeros negros que se lo tragan todo. Finalmente, lo único cierto, visto lo visto, es que no hay quien le meta mano o quien tenga verdadera intención de ponerle el cascabel al gato, aunque se diga lo contrario cuando se está en la oposición, como han venido haciendo con todo el cinismo del mundo algunos dirigentes regionales socialistas, culpables en su día de ayudar a crear ese inútil e insaciable monstruo de cien cabezas y mil y una bocas.
DILAPIDANDO, QUE ES GERUNDIO
Contrasta la reiteración con la que se está cuestionando seriamente en los últimos tiempo lo de la continuidad de las citadas empresas públicas con el nulo caso que el poder político hace de esa queja ciudadana. Por otra parte, resulta a todas luces desalentador el hecho de ver cómo el mismísimo Ejecutivo permite que existan empresas con dualidad de servicio (entiéndase, dos o más empresas para un mismo servicio o función; simple “mamoneo”, por decirlo en el lenguaje insular de la calle), y que en su inmensa mayoría sólo justifican su razón de ser en el hecho vergonzante que nos habla de la "obligación" de pagar favores electorales u otros de peor naturaleza en los que ni pensar queremos para no hacernos mala sangre. Habrá que empezar ya a preguntarse cuándo se le va a poner coto a este inmenso disparate y a este despropósito dilapidador que tan caro nos cuesta a todos los canarios y tan pocos frutos reales nos reporta. A lo peor, allá por el Día del Juicio Final... pero al oscurecer, que tampoco hay mucha prisa por parte de los que sí deberían tenerla. Por si acaso y por si las moscas, esperaremos sentados, no nos vayamos a cansar.
Claro que si el consejero de Economía asegura que las tales empresas públicas empiezan a ser rentables (¿rentables para quién?), y encima se lo cree... pues punto en boca y a otra cosa.
Es tan rico como sabio nuestro refranero español, que avisa y advierte siempre que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.