lunes. 12.05.2025

El Diputado del Común, Manuel Alcaide, denunció este jueves que existe “una desconfianza cada vez mayor” de los ciudadanos en la limpieza de los procesos de selección de empleo público, tanto para funcionarios como para personal laboral, y afirmó que su institución ha constatado “la existencia de irregularidades que no pueden permitirse”. Desde luego, nunca estuvimos más de acuerdo en este periódico con el señor Alcaide que en esta ocasión, puesto que esa sensación que su importante departamento percibe es la misma que perciben la mayoría de los ciudadanos de este país, con especial intensidad en Canarias, con más intensidad todavía en Lanzarote.

Y es que, no lo olvidemos, una de las principales quejas de los jóvenes de hoy en día que tienen que buscarse un futuro laboral -por qué no decirlo, el ser funcionario cada vez resulta más atractivo- radica en la imposibilidad manifiesta de hacerlo. ¿Cuánto hace que no se convocan oposiciones en Lanzarote?

En la prensa insular conocemos perfectamente el daño que ha hecho a Lanzarote el clientelismo político, lo que popularmente se conoce como “enchufes”. A lo largo de nuestra joven historia se ha producido una ingente cantidad de colocaciones “a dedo” en todas las instituciones públicas de la Isla, especialmente en el Cabildo insular. Se trata de un terrible mal que afecta a varias cuestiones: en primer lugar, el clientelismo político impide que la democracia funcione con el grado de justicia y decencia necesario, puesto que el enchufado se ve en la obligación de votar siempre al partido enchufador; en segundo lugar, se produce una saturación de las plantillas que obliga a los gobernantes a hacer auténticas obras de ingeniería financiera para hacer frente a las nóminas; en tercer lugar, se conforman instituciones públicas con personal no cualificado, gente que accede a puestos de trabajo sin los conocimientos necesarios para desempeñar las funciones que se le encomiendan; en cuarto lugar, se produce un efecto rebote que obliga a los partidos de nuevo acceso a enchufar a más gente, para equilibrar la balanza del clientelismo político... Son algunos de los efectos negativos que se derivan de la colocación a dedo, pero hay muchos otros.

En un estudio que hizo hace meses la Consejería de Educación se descubrió que tanta contratación a dedo está provocando un desánimo entre los jóvenes que aspiran a ocupar una plaza de funcionario público y entre aquellos que quieren estudiar carreras y que perciben que es mucho mejor apuntarse a una opción política determinada y esperar el enchufe. Más rendimiento con mucho menos esfuerzo. En concreto, ese estudio determinaba que en estos momentos es complicado motivar a los jóvenes a estudiar una carrera tan dura como medicina cuando piensan que es sencillo encontrar un trabajo en el sector público sin tener que pasar cinco años por la facultad.

Los responsables del estudio garantizaban que los más jóvenes de la Isla creen que en muchos sitios se entra sin la debida publicidad o concurso público y no merece la pena irse fuera a estudiar si se puede acceder a esos trabajos por otras vías y sin ningún tipo de cualificación, lo que tendría que haber sido una llamada de atención para las instituciones y los políticos de turno.

Lanzarote debe ser uno de los pocos lugares del país en el que no se convocan oposiciones de ningún tipo. Al menos hasta la pasada legislatura, en la que ya se empezaron a ver, de forma tímida, eso sí, anuncios de empresas públicas como Inalsa o los Centros Turísticos, anuncios recogidos en este diario, en los que por fin se hizo una oferta pública para encontrar personal. Resultaría muy triste comprobar que el fenómeno todavía está vigente. Hay que confiar en que la tendencia actual se mantenga y en que los políticos que se han hecho con las riendas de nuestras instituciones públicas tras las elecciones de mayo den un cambio radical a la situación anterior, consolidando lo que ahora ya se está empezando a hacer. El clientelismo político siempre ha funcionado bien, y no hay una sola formación de las que han tenido acceso directo al poder que se libre de esta pesada responsabilidad. Hay pocos políticos con responsabilidad directa en las contrataciones que puedan presumir de no haber enchufado a nadie. Sin embargo, se trata de hacer borrón y cuenta nueva, de hacer posible el milagro de que esta práctica no vuelva a repetirse. Habrá que ver si algún partido recoge un compromiso serio una vez entre a gobernar. Difícil, no somos tan ingenuos como para creer que algo así puede suceder. El tiempo pasará, los funcionarios de ahora se tendrán que jubilar y tendrán que crearse nuevas plazas. Es el momento de que alguien decida hacer oposiciones justas, abiertas y sin trampas. Será el momento en el que los más capaces accederán a los puestos de trabajo que compensan también el esfuerzo empleado en el estudio. Se necesita pensar que algo así va a suceder, porque de lo contrario se estará matando algo tan importante para los que empiezan en el difícil camino de la vida como es la ilusión y la valoración de las cosas a través del esfuerzo.

Empleo público bajo sospecha
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