Estamos metidos de lleno en el Carnaval, la fiesta que ni el mismísimo Francisco Franco fue capaz de eliminar en Tenerife y Lanzarote. Y estamos metidos de lleno precisamente porque los tribunales de justicia finalmente han recobrado el sentido común y han permitido que la gente pueda salir a la calle a perder los papeles, muchos la única vez que lo hacen en todo el año.
El debate que se ha suscitado sobre qué prima más, si el derecho al descanso de los vecinos o el derecho a celebrar la fiesta de los que quieren salir, es muy interesante. Sin embargo, no se puede plantear desde puntos de vista absolutamente racionales, porque si fuera así vencería la tesis de que debe prevalecer el derecho al descanso de los que tienen que soportar el mogollón de estos días.
Aquí en Lanzarote también hay gente que vive en el centro de Arrecife que se está movilizando para que su queja llegue a los tribunales. No les falta razón a aquellos que consideran un desmadre muchas de las cosas que suceden. Sin embargo, cargarse una fiesta como esta tampoco es una solución. Como tampoco ha sido una solución, como ha quedado patente, llevarse las fiestas hasta la parcela que está enfrente del Cabildo. Eso le ha quitado el atractivo que tenían las celebraciones.
El caso es que las fiestas de este año han comenzado además con polémica, con la que han organizado los policías locales que han anunciado que no van a cubrir los actos importantes de las fiestas si no se atienden sus demandas laborales. En estas demandas destaca sobre todo un aumento de sueldo similar al que han recibido el resto los funcionarios. Habrá que esperar a la reacción de este miércoles del Consistorio que preside María Isabel Déniz. Sin embargo, la cosa parece que está caliente, y amenaza con calentarse aún más.