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El presidente del Gobierno de Canarias, Adán Martín, afirmó anoche que las Islas viven una situación de emergencia por la llegada masiva de inmigrantes irregulares en cayucos, y aludió al proceso de paz abierto en el Estado para demandar un proceso de “convivencia” con África, al tiempo que instó a las autoridades estatales y comunitarias a encarar el fenómeno “con firmeza, solidaridad, serenidad y esfuerzo”.
Adán Martín hizo estas manifestaciones en su discurso del acto Institucional con motivo de la celebración del Día de Canarias, que se centró en buena parte en la inmigración irregular, un fenómeno, dijo, que ha creado en las Islas un problema “de derechos humanos, de solidaridad y ayuda”. Recordó que sólo en el mes de mayo han llegado 5.000 indocumentados a bordo de pateras, lo que demuestra que se ha desbordado la frontera más meridional de España y Europa y que las respuestas sobre el control de fronteras van por detrás de los acontecimientos.
En el acto, que se celebró en el Auditorio de Tenerife, aseguró que Canarias ya ha superado los dos millones de habitantes, detalló en que los últimos cinco años la población ha crecido en un cuarto de millón de ciudadanos, y precisó que cinco de cada seis nuevos habitantes llegaron del exterior. Además, manifestó que actualmente existe un temor a una intensa oleada de inmigración ilegal, y aseguró que para prevenir la xenofobia, las lacras que conlleva y la integración social del foráneo “es necesario que el flujo inmigratorio sea moderado y asumible en Canarias”.
No obstante, Martín resaltó que la inmigración que llega en pateras se enfrenta a una tragedia “con la que no se puede, ni se debe hacer politiqueo, ni comerciar”, y subrayó que los inmigrantes “no pueden ser nunca moneda de cambio o arma arrojadiza entre partidos”.
El presidente del Ejecutivo autónomo abogó por encauzar “legalmente” una inmigración necesaria para el primer mundo, y apostó por invertir las tornas y por convertir el fenómeno de la inmigración en una oportunidad para el desarrollo de Canarias y para su capacidad de cooperación con los países vecinos.
Opinó que sería una irresponsabilidad conminar al continente africano a seguir siendo un foco de pobreza, enfermedad, analfabetismo y ausencia de derechos humanos, así como pensar que Canarias puede ser un espacio tan abierto para la inmigración como la Europa continental o Estados Unidos o creer que no se derivarán tensiones sociales y xenófobas con crecimientos poblacionales del 7 o el 8 por ciento anuales como las mantenidas en algunas islas durante años.
Martín recordó que Canarias es un pueblo emigrante, mantuvo que esa tradición hace que los canarios, salvo en “lamentables excepciones” estén vacunados “contra la intolerancia, el racismo y la xenofobia”, pero advirtió que estas actitudes pueden darse y defendió la necesidad de atajarlas allá donde puedan surgir y mucho más, enfatizó, en el caso de los menores que no se pueden derivar. Respecto a los menores inmigrantes, aseveró que es uno de los principales problemas en las Islas y demandó la solidaridad del Estado y de otras comunidades autónomas.
Además de exigir los mecanismos necesarios para erradicar la dramática situación que viven los países de origen de la inmigración, Martín apostó por promover que Canarias “se convierta en la sede de grandes centros internacionales dedicados a la paz, la solidaridad, la cooperación y al desarrollo de dichos países.
Adán Martín aclaró que el margen de maniobra de las Islas para afrontar el fenómeno es “limitado” porque sus competencias se reducen a la ayuda humanitaria y sanitaria, que se realizan, denunció, con mucho menos recursos de los que le corresponden por su población.
Al respecto, recordó que el presupuesto que el Estado asigna para Sanidad se elabora en función del número de habitantes en 1999, y apuntó que con esa partida se atiende a los que viven aquí en 2006, a los doce millones de turistas que recibe Canarias actualmente y al número indeterminado de inmigrantes irregulares.