viernes. 23.05.2025

Islas con sabor a hogar

Se acercaba el Día del Carmen y en casa ya se olía a almidón, a gofio recién tostado y a esos nervios de emoción que te dan cuando sabes que la fiesta está al caer. Mamá me planchó el zagalejo con más cariño que prisa, dejándolo tan tiesito, también lo almidonaba, dejándolo nuevo del todo. Ella siempre decía que para las fiestas había que ir presentable, “como Dios manda”, y que el escapulario no podía faltar porque era como un abrazo de fe que la acompañaba en la procesión. Aquellos zapatos de charol que brillaban como espejos, el olor a colonia fresquita, mamá me peinada agarrando mi pelo con cariño, como cada domingo cuando salíamos.

Esa madrugada salimos tempranito, con la brisa del mar pegando en la cara y la ilusión latiendo a todo ritmo en el pecho. Los vecinos ya estaban en la plaza, unos con la guitarra, otros con el timple, y todos con ganas de compartir esa alegría que solo aquí en Canarias se siente así, como mi familia ,de corazón prendido. Todos en silencio, un silencio que hablaba de la tradición de todo un pueblo. Recuerdo las calles Plaza de La Luz , Pérez Muñoz, Tauro ,Artemi Semidán,Tecén…

Papá, que de joven jugaba en el Club Victoria y se metía a nadar en El Confital, me prometió que al día siguiente iríamos a ver una película juntos. Pero yo sabía que antes de ir al cine tenía que darle un buen “trote” por el empedrado de la Plaza de España, descalza si podía, sintiendo el calor del sol y la textura de la piedra bajo los pies. Correr ahí era sentirme “libre como el viento”, como cuando papá me contaba esas tardes en el mar, con el agua salada y la fuerza del Atlántico enseñándole a ser un nadador como su padre, que aprendían tragando sal.

Porque eso es Canarias: mezcla de muchas cosas, de mar y tierra, de tradición y libertad. No importa si estás en un barranco de Gran Canaria, en un risco de La Gomera, en una playa de Lanzarote o en los senderos de La Palma; en cada isla las fiestas y esta celebración de nuestro día, son una promesa y una manera de sentirnos uno y hay que festejarlo endulzados con miel de palma.

Y así como se cuidan las tradiciones, también se cuida la palabra. La Real Academia Canaria de la Lengua trabaja para que nuestro modo de hablar, con su acento único y sus expresiones propias, siga vivo y que no se pierda. Porque con nuestro acento ,se ha llevado durante siglos en nuestra historia. Es decir “chacho”, “guagua”, “millo”, “pella”, “fisco”, “majagua”, “papa”, “prenda”(las joyas que nos ponemos) y “fajín” con orgullo, y saber que esas palabras son parte de nuestra identidad y hay que agasajarlas.

En Tenerife, la Virgen de Candelaria es madre y guía, y cuando suenan las chácaras en San Benito, se para el mundo. En Gran Canaria, la Bajada de la Virgen del Pino en Teror pone a todos a bailar, y el murmullo de los papahuevos llena las calles.

En La Palma, los Indianos llegan blancos como la espuma del mar, ese blanco de los polvos talco y la Bajada de la Virgen de las Nieves conmueve el Alma. En La Gomera, el silbo une montañas y corazones, y la Virgen de Guadalupe es el faro que nunca se apaga. En Fuerteventura, la Virgen de la Peña camina entre los cardones mientras la gente canta con fuerza a su lado.

En Lanzarote, San Ginés despierta la isla con música, fuego y sal, y entre volcanes guarda la historia de César Manrique, que hizo de la isla un museo al aire libre donde el arte y la naturaleza bailan juntos, con los jolateros de fondo. En El Hierro, la Bajada de la Virgen de los Reyes es camino largo y fe profunda. En La Graciosa, el mar canta y los marineros le cantan al Carmen con voz de olas. Y en La Isla de Lobos, aunque la fiesta sea más silenciosa, el Atlántico reza con cada ola que se mece y rompe con fuerza.

Ser canario es eso: correr por el empedrado, prometer cines, sentir el mar en la piel, planchar el zagalejo con amor, hablar con ese acento que nos hermana y llevar un escapulario en el corazón.

Y hoy, en el Día de Canarias, lo gritamos con orgullo

Feliz Día de Canarias, mi gente querida! Que el silbo nos siga uniendo aunque estemos lejos, que el gofio nunca falte en la mesa, esa pella nuestra, y que sigamos caminando con el alma llena de salitre,margullando, la voz del timple en el pecho y las palabras de nuestros mayores guiándonos los pasos para guiarnos.

¡Chacho, que lo nuestro no se pierde!¡Que somos lava, viento, historia… y un fisco de magia también!

¡Feliz Día a cada rincón de las islas, desde La Graciosa hasta El Hierro! Todas juntas cantando al unísono..

¡Porque ser canario no se explica... se siente! Y somos de corazón.

Islas con sabor a hogar
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