Fotos: Jesús Porteros
IV Jornadas de la Asociación Derecho y Justicia celebradas este martes en la Biblioteca Insular.
Mientras que el porcentaje de reincidencia de los presos que salen del conjunto de las cárceles españolas está por encima del 60 por ciento, de los internos partícipes de la Unidad Terapéutica Educativa (UTE) del Centro Penitenciario de Villabona (Asturias) reincide un 27 por ciento. El profesor universitario y terapeuta Ignacio Noriega contó este martes en Lanzarote el exitoso modelo de Villabona en las IV Jornadas de la Asociación Derecho y Justicia celebradas en la Biblioteca Insular. “Sí puede ser posible otra cárcel”, afirmó absolutamente convencido. En este mismo encuentro, la subdirectora de la Unidad Terapéutica Educativa del Centro de Menores de Tabares de Tenerife, Pilar García, explicó la forma en que se ha adaptado la iniciativa asturiana a la cruda realidad del centro tinerfeño con resultados positivos. La Dirección General del Menor del Gobierno regional y la fundación IDEO, dependiente de la Consejería de Bienestar Social, respaldan el proyecto.
Con la voluntad del interno
La UTE de Villabona acoge a 470 presos, divididos en dos grupos, de los 1.500 que en total tiene la prisión. Trabajan con ellos 60 profesionales, a los que decididamente puede citárseles como educadores, cuya misión es seguir fortaleciendo un modelo alternativo de cárcel para la óptima reinserción social de los internos, por supuesto, contando con la voluntad de los afectados. Los internos, subrayó Noriega, tienen que ser protagonistas de su cambio “y si ellos no quieren no se puede hacer nada”. Hay reglas de juego clarísimas: El interno tiene que estar en función de la educación y el cambio se produce en un espacio totalmente libre de drogas, y así se ha conseguido aunque parezca imposible. La orientación hacia la inserción social es un proceso largo en el que son fundamentales la salud y lo que los educadores denominan educación informal, los buenos modales que se enseñan en el hogar como saludar, ser respetuosos, dar las gracias, sentarse a comer de buena forma, entre otros. En la UTE se respira educación, no hay drogas y es un sitio libre de hostilidades, todo lo contrario a la mayoría de las prisiones. Este ambiente permite que los presos sean visitados por sus familias en el patio y no a través de unos barrotes o un cristal. Los internos interactúan permanentemente con sus educadores y con sus familiares en los horarios de visitas.
El mundo exterior
La inserción social es complicada y quien mejor lo puede explicar es un familiar de un ex interno. El marido de Rosa Fernández García estuvo más de 20 años en prisión y al salir se sintió incomodo al no poder desenvolverse con soltura en la cotidianidad de la vida exterior. Rosa es presidenta de la Asociación Amigos y Familiares del Centro de Villabona y habló con conocimiento de causa en las Jornadas Derecho y Justicia. Es de destacar, que después de Asturias, la comunidad autónoma de la que proceden el mayor número de presos recluidos en Villabona es Canarias. Muchos de los presos piden el traslado a este centro.
El trabajo en Tabares
Hace tres años los menores del Centro de Tabares sólo se preocupaban de la forma de conseguir droga y consumirla, hoy, realza Pilar García, el centro está lleno de talleres y otras actividades y los niños han cambiado su actitud. Firman un compromiso que les obliga a estudiar y a no consumir drogas. Como en Villabona, “para que un chico cambie tiene que querer”. Recientemente 17 menores de la UTE se presentaron a la prueba de la ESO y más de la mitad aprobó, además, otro grupo trabaja en empresas privadas con contratos en prácticas. Es un trabajo difícil que necesita mucho compromiso de los educadores y de los internos, téngase en cuenta que hay niños que consumen droga desde los 7 años y, aunque después cambien de parecer, algunos entran con la obsesión de volver a delinquir.