Fotos: Dory Hernández.
El desgarrador testimonio de Amaya, que entre lágrimas relataba ante el juez cada una de las palizas que le propinaba su compañero sentimental durante el periodo de convivencia, daban una idea más que clara de los abusos y torturas a los que esta mujer ha estado sometida por su ex pareja (Daniel. G), un rumano residente en la Isla acusado de un delito de violencia en el ámbito familiar, detención ilegal, amenazas y lesiones.
Las palabras de la mujer, que no escatimó en detalles a pesar de las miradas y gestos que le lanzaba su ex marido desde el banquillo de los acusados en la vista oral y pública, celebrada ayer por la Audiencia Provincial de Las Palmas, representan una “prueba más que suficiente” para el Ministerio Fiscal y la acusación particular que reiteraron su petición de siete años de prisión para el presunto agresor para quien además se requirió una orden de alejamiento de mínima de 1.000 metros por periodo de tres años.
El fiscal jefe de Lanzarote, Miguel Pallarés, considera probado que el 26 de agosto de 2006 el acusado, Daniel G., propinó una brutal paliza a su esposa tras mantener una discusión motivada por los celos y en el transcurso de la cual la encerró en una de las habitaciones del domicilio familiar “privándola de libertad durante más doce horas”, haciendo oídos sordos a las peticiones de socorro de la víctima y el auxilio prestado por su compañero de piso, quien acudió al lugar sobresaltado por los golpes y ruidos.
Así, y tomando como base la denuncia de la propia víctima, contrastada por los informes médicos forenses correspondientes, el fiscal sostiene que no sólo le pegó consciente de sus actos, sino que se ensañaba con ella en cada uno de sus golpes hasta el punto de utilizar “una toalla mojada” y “causarle una fractura en las costillas”, así como otras lesiones de carácter menos grave pero que han dejado secuelas en la afectada. Por todo ello, solicitó también una indemnización para la denunciante de 818 euros por las lesiones padecidas con arreglo al informe del forense y una indemnización de más de 300 euros para el vecino que socorrió a la víctima, quien también recibió lesiones.
La mujer, por su parte, aseguró que su ex marido no contento con maltratarla durante el año que duró su convivencia llegó incluso a publicar un anuncio con sus datos en la sección de contactos sexuales de un periódico de ámbito regional para que ejerciera como prostituta, todo sin su consentimiento. “Me amenazaba continuamente, quiso prostituirme dejando mis datos y teléfono en el periódico”.Interrogada por la letrada defensora, Berta Machín, sobre el motivo por el que no denunciaba a su pareja, Amaya respondió que “no lo hacía por miedo”. “Para mí cada paliza era una más. Tenía y todavía siento mucho miedo de él”, apuntó la víctima.
Presunción de inocencia
El acusado, por su parte, aseguró que era inocente y negó ante el tribunal provincial que golpeara a su ex mujer tal como ella lo había contado: “Recuerdo que después de cenar discutimos, nos pelamos sí pero yo no le pegué”, mantuvo. Daniel G. desmintió haber detenido a su pareja contra su voluntad y afirmó en todo momento que sólo impidió el paso de su compañera para “evitar que después de haber consumido drogas y alcohol cogiera el coche”. Según explicó el presunto agresor trató de impedir que “Amaya pudiera tener un accidente”. Un extremo éste que la denunciante rechazó tajantemente: “Yo no bebo y no había consumido drogas. Él me tuvo encerrada desde la cena hasta el mediodía del día siguiente. Me pegaba, descansaba un rato y volvía a darme golpes”, declaró la mujer, quien no dejó de llorar desconsoladamente durante todo su testimonio.
Tal fue el temor expresado por la víctima que la jueza que llevó el caso obligó al presunto agresor a separarse de ella durante la vista y a volver la mirada hacia la Audiencia, ya que con sus gestos intimidaba a la temerosa declarante. Aunque residía en la Isla desde hacia cinco meses en el momento de la pelea, Daniel explicó que no había trabajado en este tiempo: “No encontraba trabajo”, dijo al tiempo que reconoció que en alguna ocasión su pareja le había solicitado que ayudara a mantener la economía familiar.
Lesiones a terceros
La disputa conyugal derivó en lesiones contra una tercera persona, compañero de piso de la pareja, que intervino durante la discusión para evitar nuevos golpes contra la víctima. Para éste también se solicitó una indemnización de más de 300 euros como consecuencia de la responsabilidad civil por las heridas causadas por el presunto agresor. Y es que en un momento de la pelea la persona citada se interpuso entre el acusado y la denunciante con ánimo de protegerla recibiendo un empujón que provocó su caída, un incidente que le provocó traumatismos de consideración.
Tras la vista oral, el juicio ha quedado visto para sentencia y en un plazo aproximado de quince días se decidirá finalmente la decisión de la Audiencia.