domingo. 11.05.2025

Por Miguel Ángel de León

Si se aprueba definitivamente [el Plan General de Ordenación Urbana] antes de las próximas elecciones de mayo, se consumará la hipoteca del futuro urbanístico de la ciudad para los próximos veinte años. Otra irresponsabilidad más sin justificación alguna.

Son muchas las razones para haber suspendido, en estos momentos, la tramitación de un plan que nació de espaldas a los habitantes de la capital de la isla. Sin saber lo que opinaban los afectados, y sin conocer la opinión de los vecinos. Ideado y estructurado en los despachos de los técnicos, carente del termómetro humano de cada barrio, era y es un plan destinado al fracaso por ausencia de impulso social.

El nuevo plan, en cuanto comenzó a ser conocido, constituyó un auténtico mazazo para el pueblo, que no sólo le volvió la espalda, como ha ocurrido en ocasiones anteriores, sino que se rebeló activamente contra el mismo. Fue una gran decepción. Los barrios se incendiaron. El gran problema del plan era que su contestación y oposición popular tuvieron un nacimiento y desarrollo espontáneos.

Los múltiples errores y defectos del nuevo plan no han podido corregirse, como absurdamente han pretendido hacer el equipo de gobierno y la Gerencia de Urbanismo, sacando repetidas veces a información pública el mismo. Ha sido, en definitiva, y a pesar de las miles de alegaciones presentadas, un intento tardío de sintonizar con las distintas sensibilidades de zonas y barrios de la capital.

Pero, con ser todo lo anterior más que suficiente para proceder a la paralización de la tramitación, lo más grave es la propia situación personal de destacados miembros del equipo de gobierno municipal y la propia Gerencia de Urbanismo. Toda la revisión del Plan General de Ordenación Urbana de nuestra capital se encuentra igualmente bajo sospecha. Esto es así, con todas las matizaciones que se quieran. Son las mismas personas que han dado instrucciones políticas para los planteamientos y planeamientos urbanísticos.

En suma, la contestación popular de los ciudadanos de la capital, la inmediatez de la consulta electoral y la sospecha de referencia son tres razones de entidad más que suficientes para, de tener unos dirigentes responsables, paralizar este plan y no sumir desde ahora a esta ciudad en el futuro urbanístico más incierto durante las próximas dos décadas.

[NOTA DEL AUTOR: En contra de lo que pudiera o pudiese parecer, los párrafos que anteceden a éste no hacen referencia alguna a nada que tenga que ver, en principio, con Lanzarote. No habla del equipo de gobierno municipal de la capital conejera, sino del grupo de gobierno de la capital de la isla picuda, Santa Cruz de Tenerife, casualmente coincidente políticamente -con perdón por la triple rima- con el de Arrecife. Esos párrafos, salvo leves modificaciones, pertenecen a un artículo más extenso que publicaba el pasado domingo el abogado y ex presidente regional del PP, Ángel Isidro Guimerá, en las páginas del diario El Día. Guimerá es concejal en la oposición en el Consistorio santacrucero, aunque su comentario igual lo firmaba y rubricaba más de uno de la oposición en Arrecife. ¿La historia se repite, independientemente del sitio o ayuntamiento? ¿Es la misma en todos lados? Tal parece que estemos ante una suerte de “déjà vu”, ese término francés que significa “ya visto”. Es lo que también se conoce como paramnesia, que se refiere a esa extraña experiencia de sentir que se ha sido testigo o se ha experimentado previamente una situación que es nueva... y vieja al mismo tiempo] (de-leon@ya.com).

Un Plan bajo sospecha
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