Hay que ir cambiando el refranero, que se nos va quedando anticuado ante eso que los cursis llaman la sociedad de la información. Pongo no más que un ejemplo a modo de botón de muestra: “A palabras necias, máximas audiencias”. Ergo, la audiencia es necia. No culpes a la caja tonta por la telebasura que sale de ella. Cúlpate a ti mismo por tu mal gusto.
No anda huérfano de razón el lector del diario ABC que se queja de que el periodismo se muere: “Cuando se habla de crisis de la prensa escrita, realmente se está hablando de la crisis del periodismo informativo. En la televisión los informativos se han convertido en una caricatura grotesca de la realidad; en la radio las noticias son una cantinela y la prensa gratuita es un entretenimiento que mezcla el sensacionalismo inglés y el esperpento. La prensa escrita de calidad es el único refugio que le queda al periodismo, el que se dedica a transmitir información útil a los ciudadanos, para defenderse de las embestidas de la sociedad del espectáculo. Los periódicos pueden seguir cediendo espacios dedicados a la información al entretenimiento y acabar convirtiéndose en los bufones del siglo XXI. Los ciudadanos pueden seguir riéndose en su burbuja mientras el mundo se les cae encima, pero si se quiere cambiar la dinámica ahora es el momento de decidir entre todos cómo hacerlo. Pronto sólo nos quedará el lamento de vivir desinformados en la sociedad de la información, que pasará a llamarse la de la desinformación y allí andaremos perdidos”.
Apenas hay debate en España en los medios de comunicación sobre los propios medios de comunicación. En Lanzarote, ni en broma. Lo escribe alguien que se ha pasado años intentando convencer inútilmente a algunos de los actores -principales y secundarios- de la información local para debatir públicamente sobre su trabajo.
-¿Tú estás loco? ¿Hablar de periodismo en la prensa? ¿Criticar en la tele a los dueños de la televisión? ¿Qué has fumado hoy?
Mucho miedo y poco sueldo. Así puede resumirse y entenderse la inutilidad del empeño. Eso por no hablar de la creciente inestabilidad laboral que afecta actualmente al sector, como es triste fama. Ayer me llamaba la presentadora de un concreto programa radiofónico matinal (ella lo llama “magazine”, pero como es amiga no se lo tendré en cuenta):
-Es para hablar sobre la prensa local, Miguel Ángel, por si te interesa...
-¿Con quién?
-Tú solo.
-¿Y vas a hablar de periodistas con uno que no lo es?
-Pero tocas mucho el tema, y quiero que los oyentes conozcan tu opinión.
-Vale, pero luego tú te vienes el martes a la tele que sigo empeñado en hacer un debate sobre el periodismo en Lanzarote...
-Eso ya va a ser más difícil. En privado te cuento lo que tú quieras, pero en público no me atrevo. No estoy en plantilla en la emisora, pago una hipoteca... no me conviene meterme en líos. Tienes que entenderlo.
Lo entiendo de sobra. Esto es lo que hay: apenas lentejas; las tomas o las dejas.
Sólo unos minutos después de concluida la conversación telefónica, el cartero me deja en el buzón la habitual y atenta invitación de la Fundación César Manrique, que nos convoca para asistir el próximo jueves, 6 de marzo (tres días antes del 9-M), a la conferencia que ofrecerá Joan Romero bajo el título “Ciudadanía y conciencia global: los grandes retos del nuevo milenio”.
No es chico reto tampoco el que ha de afrontar cuanto antes el mundo de la información y el periodismo, tanto a escala global como local. Pero de momento casi todos preferimos seguir mirando para otro lado, como si ese debate principal no fuera o fuese con nosotros. (de-leon@ya.com).