miércoles. 14.05.2025

Por Miguel Ángel de León

Algunos pueden pensar, y a lo peor hasta con razón, que es manía personal y hasta persecutoria contra la probre mujer. O mera antipatía, aunque a mí me late que no es el caso, puestos a contar verdades. Pero es lo cierto que una sufrida lectora de esta tribuna me acaba de enviar por correo electrónico desde Barcelona unas recientes declaraciones en televisión de la megaescritora Lucía Etxebarria en uno de los canales digitales y cuales de don Jesús del Gran Poder (Polanco para los amigos y demás personas piadosas). Vistas las imágenes ("visionadas" dicen ahora los modernos) y escuchadas con atención los mil y un disparates de la pensadora de baratillo, me quedo con una concreta sentencia de la filósofa metida a filóloga: "Me encanta la palabra MURCIÉLAGO, porque es la única en nuestro idioma que tiene las cinco vocales". ¡Ños! Ahora empiezo a entender cabalmente aquello que se suele decir de que nunca te acostarás sin aprender algo nuevo. Lástima que esta nueva enseñanza que nos trae Lucía sea no más que puritita mentira. Otra babiecada sin fundamento. Algo muy típico en ella, a fe mía.

Al hilo de la contundente y categórica afirmación de la Premio Planeta de Novela (y Cuento, que también tiene un rato), me surgen al momento varias dudas. Si MURCIÉLAGO es la única palabra que tiene las cinco vocales en español, castellano o cristiano, no estaría de más que ella misma nos contara cuántas vocales tienen y contienen otras palabras como -un suponer- EUFORIA (como ese estado de ánimo que a Lucía le ataca, sobre todo cada vez que se sienta a disparatar delante de cualquier micrófono), CONFITURERA (ella lo es de la literatura, en tanto que descarada y declarada copiona de textos ajenos), ESCUÁLIDO (como su apoyo filosofal y filológico), AUTÉNTICO (lo contrario de su argumento insostenible), ABUELITO (como el marido de la abuela que ella no parece tener, pues es única a la hora de echarse flores a sí misma con una energía digna de mejor causa), RETICULADO (como el cerebro de alguna que yo me sé), DESAHUCIADO (como casi todo su argumentario), ARQUETIPO (como los que protagonizan sus profundas columnas de opinión), REUMÁTICO (como su inexistente ritmo literario), REPUDIADO (como su estilo narrativo, si lo hubiera o hubiese), ESQUILADO, ARQUITECTO (el que a ella le falta a la hora de construir sus novelas, por llamarlas de alguna manera), ENCUBRIDORA (no señalo a nadie ni miro para ningún sitio concreto), ADULTERIO (en vidas privadas ajenas no me meto, y además deploro la prensa rosa o del vómito impreso), ESTIMULADOR (lo contrario que su titubeante y deshilvanado modo literario), PELIAGUDO (como el grave asunto de plagio no avisado ni consentido por parte de los distintos y distantes autores fusilados alegremente), ENUNCIADO (como el que ella hace con su frase sin pies ni cabeza), ECUACIÓN, IRRESOLUTA (como su prosa), JERÁRQUCO, PERTURBACIÓN (como la que nos causa Lucía cada vez que abre la boca, empuña el bolígrafo o aporrea el teclado de su ordenador), MILONGUERA (como ella, cuentista y llorona como pocas), METICULOSA (como no lo ha sido la señorita Etxebarria al dejar dicho lo del MURCIÉLAGO, como va quedando demostrado a estas alturas de la columna), EDUCACIÓN (como la que igual va y le falta más que le sobra a la que cree ir muy sobrada de todo) ...o incluso nombres de hombres como AURELIO, EULALIO o AUSENCIO.

Le agradezco por escrito y públicamente a mi atenta COMUNICANTE (cuenten si son cinco las vocales "ya ya está hecho", como dijo Lope en su más afamado soneto) la joya videográfica enviada por correo electrónico. Y en verdad afirmo en pública tribuna que si su congénere Lucía algún vez CONSIGUIERA (otra vez las cinco vocales, ya ustedes ven) escribir con fundamento y hablar con propiedad, igual hasta empezábamos muchos a tomarla algo más en serio. Pero con estos disparates impresos o pronunciados se hace muy difícil simpatizar con la reina de las naderías ampulosas y empalagosas.

La frase que sigue es copiada, textual y literalmente, del segundo correo electrónico que me envió mi sufrida lectora catalana, una vez que le respondí al primero mostrando mi total estupefacción antes lo visto y oído en el vídeo de marras:

-Como mujer, yo creo que hay que perdonarla, porque igual ese día que fue a la tele tenía la MENSTRUACIÓN... [otra vez las cinco vocales en una palabra escrita en español].

Ya el conejo me riscó la perra...(de-leon@ya.com).

Lucía del alma mía
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