domingo. 11.05.2025

Por Miguel Ángel de León

Las llamativas informaciones que desde hace meses lleva publicando el centenario periódico ABC, en su edición para Canarias, sobre la Guardia Civil en Lanzarote, que ni han sido desmentidas nunca ni se han visto reflejadas luego en ningún otro medio (los periodistas de hoy no leen periódicos, como es triste fama, y se la pasan enganchados a la caja infame), deja bien a las claras el desconocimiento que tenemos en la isla más oriental de Canarias de sus carencias, que han estado a punto de incrementarse durante los pasados y pesados carnavales de la caos-pital conejera, gracias a la huelga encubierta que mantiene la Policía Local de Arrecife y tiro porque me toca. Las noticias relativas a las concretas limitaciones con las que se trabaja en la Guardia Civil de Tráfico ya hubiera o hubiese levantado un escándalo político, periodístico y social en cualquier otro sitio. Y después van algunos quejándose por las esquinas de la poca eficacia policial a la hora de resolver los crímenes que se han producido en Lanzarote en los últimos años. La gente lee el periódico en el bar y saca conclusiones, casi siempre precipitadas y probablemente injustas por carecer de todos los elementos de juicio necesarios para hacer un análisis medianamente certero y ajustado de la situación:

-Chacho, lo de Tahíche está claro. No hace falta ser el teniente Colombo para verlo. Pero aquí no hay manera de que se resuelva un asesinato y se detenga al culpable, a no ser que confiese y se entregue él mismo. Ahí está el caso de la viejilla que metieron en el aljibe, lo del taxista en Montaña Mina, lo de la prostituta en Arrecife, lo del chico ruso en Puerto del Carmen... o lo del negro en Comisaría. No existen ni sospechosos. Lanzarote es un paraíso para el criminal. ¿Usted no lo ve?

Así se entiende que se extienda luego la guasa ciudadana, sobre todo cuando algún redactor, por despiste o por incompetencia, firma titulares como los que siguen (verídicos los tres; están en las hemerotecas, todos publicados en la prensa teóricamente seria): “La policía no ha encontrado ninguna huella sospechosa sobre el cadáver, salvo un hacha clavada en la base del cuello”; “Calma total en las fronteras de Pakistán. 200 muertos”; “Un obrero muerto a hachazos. La policía no descarta la tesis del suicidio”.

INSULTO A LA INTELIGENCIA: El periódico que se jacta de ser el más serio y objetivo de España (y yo soy astronauta en mi tiempo libre, por si no lo había contado), El País, lanzaba esta misma semana en su sección Foro Digital esta maniquea preguntita: “¿A qué atribuye que escritores que fueron de izquierdas se hayan convertido en predicadores derechistas?”. De todo lo cual se deduce e infiere, a las claras, que mientras fueron de izquierdas eran escritores y, desde el mismo momento y hora que se hicieron de derechas, pasaron a ser predicadores. Y se quedan tan anchos y tan panchos los polanquitos de la exclusiva y exclusivista capilla, que a estas alturas del total descrédito informativo deben tener el afamado Libro de Estilo como decoración u objeto de recuerdo, como mucho, porque no le hacen puñetero caso al mismo. Y tampoco es chica ni manca -ni tonta- la pregunta que planteaban los mismos linces del periodismo al día siguiente: “¿Cree que la telebasura ha desprestigiado la profesión periodística entre la opinión pública?”. Con estas preguntas de risa que ya llevan implícita la respuesta sigue “el diario independiente de la mañana”, un poquito -sólo un poquitito, apenas un fisquito de nada- dependiente del (des)Gobierno de Zapatero, la cuesta abajo iniciada años atrás, cuando renunciaron a la mínima vergüenza torera y se entregaron ciegamente a la causa psoe-cialista (no confundir con socialista). Progres de pacotilla los llamó alguien. Progres trasnochados los rebautizó otro. Y ambos se quedaron cortos, para mi gusto. Pero lo peor es que sigue siendo el único periódico de referencia de muchísimos mismos periodistas a los que nunca verás con ningún otro periódico bajo el brazo. Viven en la versión oficial, que es tanto como decir que viven instalados en la mentira. El burro con las orejeras puestas sólo ve el surco que le marca el amo. (de-leon@ya.com).

Crimen sin castigo
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