sábado. 10.05.2025

Por Miguel Ángel de León

Uno de los más veteranos y cultos columnistas de la prensa española actual responde al nombre de Raúl del Pozo, que sigue ejerciendo su magisterio en las páginas del diario El Mundo (probablemente, el periódico con los mejores articulistas del país, puestos a contar verdades). Esta misma semana recordaba en su sección “Vicios de la Corte” que “los dioses facilitan, sólo a los poetas, el primer verso; a los columnistas no nos ayudan los dioses, sino la actualidad y la prisa. Aunque no seamos poetas, sabemos que si tenemos éxito en el primer párrafo ya hemos logrado la mitad del artículo. Para conseguirlo, cada letra en la primera línea debe sonar como una nota musical, y cada sílaba y cada palabra y el texto entero han de ser como un cuerpo bello y desnudo”. También citaba Del Pozo a Miguel Ángel Conejero, que tiene escrito en su Breviario para actores que “un texto es un cuerpo”... que a veces -añado por mi cuenta y riesgo- nos entregan a los lectores pisoteado o muy magullado ya, sobre el que apenas puedes descifrar nada, navajazos y reventones aparte.

Todo eso les suena hoy a chino a muchísimos columnistas recién llegados al diario sacrificio impreso o digital, que saben del ritmo literario y de la música de la letra lo mismito que yo de física cuántica, pizco más o menos. Baste con leer no más que unas líneas para constatar que de esa partitura no tienen ni lejanas referencias. Aunque hay excepciones, como en toda regla, y casi críos o chinijos que apuntan muy buenas maneras, como dijo el clásico, a pesar de la evidente degradación educativa y cultural que nos entregan en bandeja los dirigentes políticos y los propietarios de las telelelas.

Terminaba Raúl su parrafada recordando la evidencia de que a los columnistas “no nos vota nadie. Debemos enfrentarnos al antifaz espolvoreado de dinamita, pensando que nuestra ética es siempre compañera del estilo, y no debemos adoptar el papel de papagayos, aunque seamos víctimas de la caza de brujas que se vislumbra”. A esos papagayos los rebautizamos en esta misma columna, décadas atrás, con el neologismo forzado de “perioloristas”, que vienen siendo los que repiten como loros las consignas políticas o empresariales del poder de turno. Ahora, ante la inminencia electoral, más de un político lugareño anda ya con el miedo metido en el cuerpo a cuenta de la creciente abstención que se avecina, que puede superar marcas anteriores nunca vistas en Lanzarote. Y ya empieza a sonar por todas partes, además de la propia letanía de los actores principales del esperpento público, la matraca de los medios metidos a mediocres ecos de los primeros: “Vaya usted a votar. Si no le convence ninguno, vote en blanco, pero no deje de acudir a votar”. Una vez más, y van mil y una, la demonización de los abstencionistas; la satanización de la inmensa mayoría de la población, llevada a cabo por los mismos que se jactan de ser más demócratas que nadie e insultan a la esencia de cualquier democracia: la mayoría. Volveremos a ser mayoría los que tampoco el próximo mayo iremos a votar. Vamos mereciendo al menos un respetito, sobre todo por parte de los demócratas de boquilla. (de-leon@ya.com).

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