Por Miguel Ángel de León
La revista británica Wallpaper* (papel pintado, por decirlo en cristiano) está considerada como santo y seña del perfecto cursi, esnob o papafrita: aquella persona o individuo que imita con afectación las maneras, opiniones, etcétera, de aquellos a quienes considera distinguidos. El clásico fantasma de toda la vida, para entendernos. El secreto del éxito de la mencionada publicación está en adelantarse a los cambios de nuestra cultura de consumo e inventar, promover y amplificar tendencias en lo tocante a la moda, esa gran pandemia mundial. Su filosofía editorial es definir y propagar una nueva estética: la del joven profesional con éxito y dinero, amante de la buena vida en el más extenso sentido de la palabra. Apenas diez años después de su creación, esta publicación se ha convertido en la biblia del lujo en todo el planeta, y cualquiera que se precie de moderno asegura leerla, así sea en Londres como en Manhattan o en Muñique.
Su tirada es “tan sólo” de 110.920 ejemplares, pero, desde Tokio a Nueva York, todo sibarita que se precie dice conocerla y leerla con avidez. Hablamos de gente teóricamente muy refinada, con dinero suficiente para permitirse los lujos más caros. Así que esta mezcla impresa de moda, decoración, viajes y gastronomía, que convierte lo esnob en ley, se ha transformado en una auténtica revolución industrial, aunque haya sido acusada de recrear un universo imposible y al alcance de unos pocos privilegiados de la fortuna. Las razones que explicarían gran parte de ese éxito están en su diseño minimalista, el tono irónico de sus artículos y la vuelta de la ilustración en moda, entre otros argumentos.
En hablando de lo mejor de España, Wallpaper* recomienda a sus lectores Barcelona, en el apartado de mejor ciudad de nuestro país. Y ahí les alabo el buen gusto, ya usted ve. Pero, con respecto al mejor destino en general, la influyente revista destaca a la isla de Lanzarote, con topicazos y frases hechas muy propias del más barato de los folletos turísticos al uso: "La obra del escultor César Manrique se funde con el paisaje volcánico de la isla más cool [(chachi, chacho!] de las Canarias".
Con esas sugerencias o recomendaciones a sus finos y adinerados lectores, la revista de marras nos puede traer turismo de calidad, dirán algunos. Puede ser. Pero, si falla esa promoción tan exquisita de Wallpaper*, tampoco hay problema: dentro de unas semanas partirá para Madrid una legión de esforzados políticos lanzaroteños que dedicarán todos los días y las noches que dure Fitur-2007, que esta a la vuelta de la esquina, a luchar con singular denuedo para afianzar el destino turístico de esta pobre islita rica sin gobierno conocido. Descuiden los más pusilánimes o los descreídos del buen hacer de nuestros representantes políticos. Estamos en buenas manos. Nadie va a Madrid de fiesta, ni de compras ni de orgía. No. Todos a trabajar por y para Lanzarote. Y el que ose ponerlo en duda es un malcriado y un desconfiado por naturaleza que no es merece ni el viciado aire que respira. (de-leon@ya.com).