viernes. 29.03.2024

FOTOS: JOSE CURBELO

A los trabajadores de Bodegas El Grifo les ha sonreído el tiempo y el día previsto para comenzar su cosecha amaneció con la esperada bajada de las temperaturas.

Después del intenso calor que azotó la Isla en los últimos días, los termómetros registraban este miércoles una temperatura que ayudó mucho a los vendimiadores que tenían como objetivo recoger en su primer día de trabajo entre 10.000 y 12.000 kilos de malvasía de Lanzarote.

El vaivén de los recolectores y de la maquinaria de la bodega fue el único movimiento que encontró este miércoles Crónicas en el campo lanzaroteño, en donde sólo El Grifo se había puesto manos a la obra con los trabajos de vendimia.

Aunque las previsiones tras la ola de calor apuntaban al adelantamiento de bodegas y agricultores de la recogida, finalmente no ha sido tanta la prisa y en unos casos por falta de preparativos y en otros por calendario, no será hasta finales de semana o incluso ya entrada la próxima, según la zona, cuando se comience a trabajar a máximo rendimiento en los viñedos.

La Bodega Vega de Yuco y Bodegas Bermejo comenzarán con los trabajos de vendimia el jueves y Bodegas Reymar el sábado.

22.000 kilos en dos días

Para los aproximadamente 15 trabajadores que se encargan de la vendimia de El Grifo comenzaba este miércoles una dura campaña que se prolongará hasta finales de agosto.

Hasta el 25 de este mes esperan recoger un tercio de la producción de la Isla, unos 700.000 kilos de uva, de los que 22.000 se recogerán en los dos primeros días. Entre el miércoles y el jueves se tiene previsto contar con esta cantidad para comenzar con la elaboración del cava, el primer caldo que saldrá de la prensa.

Se cumple así con el calendario diseñado por la bodega, que ya tenía todo a punto desde principios de semana para recoger la uva en el punto exacto de graduación necesario para el cava, sobre 12°, y seguir con las siguientes remesas a medida que la graduación de la uva va subiendo.

Los próximos kilos de uva servirán para elaborar blancos secos, la siguiente dulces naturales y después se utilizará para producir vino tinto y por último moscatel, el caldo que se hace con la uva más dulce, de 17°.

El encargado de supervisar todo este complejo proceso es el equipo técnico, los magos de la alquimia que convierte la uva en el prestigioso vino lanzaroteño.

Antonio Santos, asesor técnico externo de El Grifo, es uno de estos expertos y supervisa que se cumpla con el equilibrio entre madurez y nivel de azúcar, acidez y graduación de la uva para que la calidad del vino resultante sea la deseada.

Santos no cree que el calor haya influido demasiado en la cosecha de este año, al menos no en los cultivos de la bodega, aunque reconoce que el número de kilos será inferior al de otros años. “La cosecha ya iba a ser menor que la pasada y ahora con la deshidratación de la uva se restan también algunos kilos”, explicó.

El número de kilos de fruta perdido será el resultado de sumar los que se pierdan de la cosecha propia de la bodega y de los requeridos a los viticultores, a los que El Grifo compra el 70 por ciento de la uva que utiliza para elaborar los vinos que ofertará el resto del año.

Un mensaje esperanzador

Lo cierto es que el paisaje que presentaba la zona de cultivo de El Grifo, entre San Bartolomé y Tías en torno a Juan Bello, era bastante alentadora porque las plantas mantenían las hojas y la fruta que iba llegando a la bodega en las primeras remesas recogidas presentaba muy buen aspecto.

No corrió tanta suerte el producto de las parras de La Geria entre el cruce de La Asomada y la bodega La Geria, una zona que dibujaba una imagen “desoladora”, según la propia consejera de Agricultura del Cabildo, Nereida Pérez.

Su valoración del estado del campo envía un mensaje más pesimista después de ver las “cepas totalmente quemadas” de esta zona, pero es más positivo al referirse a la zona de Tinajo o del norte, en donde las plantas y la fruta no se han visto tan afectadas por el calor.

Las bodegas no parecen estar muy preocupadas por esta situación, aunque las pérdidas en número de kilos de uva que haya ocasionado la ola de calor en sus viñedos particulares puede que lleven a la compra de más cantidad a los viticultores, los verdaderos afectados por cualquier crisis en el sector.

VENDIMIA POR TRADICIÓN

Francisco de León es la cara del vino en Lanzarote. Después de protagonizar la campaña de promoción de los caldos concejeros del Cabildo, este hombre se ha hecho muy popular en la Isla. Dicen que el éxito de la publicidad radica en el concepto, pero en este caso tal vez tenga que ver con la confianza que transmitía el rostro curtido de este hombre, que a sus 77 años sigue recogiendo casi él

solo los 500 kilos de uva que produce su viñedo. “Esto ya no da dinero, yo le digo a mis hijos que trabajen en otra cosa porque esto ya sólo lo llevamos los viejos, por tradición”. Este sentimiento de abandono del campo que tiene De León es el mismo de sus compañeros de faena, que han visto como se ha ido transformando la tierra de cultivo con el paso de los años. “Cuando paseamos por La Geria pensamos en lo bonita que es esa zona, pero cuidada, no llena de aulagas y sin atender como está ahora”. Es la visión de La Geria vista por los ojos expertos del que sabe cómo se presenta un campo que recibe los cuidados necesarios para obtener lo mejor de la tierra volcánica. Las peculiaridades del cultivo lanzaroteño son las que conforman el paisaje único de esta tierra y el sabor inigualable de sus vinos, pero también son las peculiaridades que obligan a mantener un trabajo artesanal alejado de cualquier maquinaria. Este trabajo conlleva mucho esfuerzo personal con el consecuente encarecimiento de la mano de obra y el abandono del cultivo por los más jóvenes. El perjudicado como cada año: el viticultor. Sobre 90 céntimos se pagó de media el kilo de uva a los agricultores en 2006 y parece que este año se va por el mismo camino. Para sacar partido a su producto, De León ya lo preparaba todo para recoger su uva la próxima semana y vendérsela a El Grifo, aunque su ojo experto observaba con recelo la fruta almacenada en las primeras cajas porque entiende que aún habría que esperar para la vendimia, “pero si la quieren ya, habrá que recoger”, se resigna. Mientras se prepara para ponerse con la faena la próxima semana, analiza el fruto de este año y diagnostica que muchas tienen “ceniza” y que eso “no es bueno para el vino”, pero lo asegura con la resignación de quien se sabe el último eslabón de un sector en el que ya mandan criterios económicos que se escapan a la tradición que aprendió con 15 años.

El Grifo abre la campaña de vendimia con buenas previsiones para la uva
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