lunes. 12.05.2025

Antonio Guerra León

Comienza estos días el archiconocido y mejor propagado, como dicen los cursis, evento más importante del fútbol mundial en la muy europea nación alemana. Un acontecimiento que concita la atención de muchos millones de personas en todo el orbe que pegados, materialmente, a los televisores se van a meter entre pecho y espalda unas cuantas docenas de partido entre equipos de balompié de todos los continentes, y donde la Selección Española, una vez más, se ha clasificado como siempre de forma bastante triste y apurada.

Pero nosotros, viejos aficionados, sólo queremos llevar hasta ustedes este fin de semana unos ligeros toques retrospectivos y algunas anécdotas para de alguna forma participar, aunque sea de forma casera y somera, en este especial acontecimiento deportivo, mediático y social que tanta atención despierta, y de camino poner un toque de nostalgia y humor al recordar los juegos de nuestra niñez y juventud, donde el fútbol era la mejor forma de divertirse.

En aquellos tiempos la selección nacional, conocida también como el representante genuino de la famosa " furia española", tampoco acababa de tener una buena consideración en el campo internacional; por cierto, como ahora mismo, donde parece que toda la afición se conforma, tranquilamente, con llegar sólo a los cuartos de final en este Campeonato del Mundo de Alemania, para salvarnos de alguna forma del habitual ridículo que hacemos en todos los campeonatos a los que acudimos los españoles, sin escapar como todos recordamos del que organizamos en propio terreno patrio en los años ochenta.

Pii, pii, pii..., penalty, córner o cona, friski, orsay o fao..., palabras todas de raíz británica, mal dichas y peor escritas, que utilizábamos a voz en grito cuando de pequeños jugábamos al fútbol corriendo como posesos por nuestras desiertas calles y plazas, para de esa forma llevar como se pudiera hasta la cercanía de una portería, señalada con dos piedras y un poco de cal, una pelota de trapo o un viejo balón recosido mil veces en la cercana zapatería de Pepe "El Gufo".

Pelota, pobre y maltratada, golpeada siempre con especial furia por fuertes patadas pa'lante, por unos delgaditos y frágiles pies de hijos muy jodidos de la posguerra. Los pies, naturalmente, estaban casi siempre llenos de mierda y cubiertos, cuando se podía, de artesanales lonas de goma o esparto que un día no muy lejano fueron de color blanco (también llamadas en España alpargatas), que se podían adquirir con unas pocas pesetillas, por cierto, bastante difíciles de agenciar, en la ventita de la esquina, además, al fiado si era posible.

Aunque en eso de asestar fuertes despejes y largos pases al hueco siempre había unos muchachos que preferían jugar siempre a la pelota un poco a la "pata la llana" o, mejor dicho, totalmente descalzos, pues de esa manera se encontraban más libres y cómodos para utilizar cuando fuera necesario el llamado desde siempre "dedo gordo" que, armado de una uña negra como un tizo y afilada como un formón de carpintero, se usaba como arma letal alguna que otra vez para hacer daño al contrario que se atrevía a disputar un balón sin mirar las temidas y temibles patas del duro contrincante. Si te coje...

También aquellos "chiquillos de los cuarenta" recordamos siempre con agrado el cuarto puesto conseguido por los jugadores españoles en el Mundial de Fútbol de Brasil de 1950, y la patriótica derrota infringida gracias a un solitario gol de Zarra, a pase de Gaínza, a la denostada y muy odiada por el Régimen Franquista "pérfida albión" (Inglaterra). Un triunfo que se recogió en estas lejanas Islas Canarias gracias a los pocos aparatos de radio que existían en ese momento, donde los chicos reunidos, como hipnotizados ante el receptor, escuchábamos entusiasmados a Matías Prats y Mariñas, especialmente, cuando nombraban a aquellos jugadores canarios de tanto relumbrón y solera que pertenecían en ese momento a la citada selección y jugaban como titulares. Deportistas como el palmero Rosendo Hernández, el grancanario Alfonso Silva y el tinerfeño Luis Molowny, si no recordamos mal. Para nosotros verdaderos héroes futbolísticos siempre a imitar en los partidillos callejeros de cada día.

Respecto a esta cuestión de las "selecciones nacionales españolas" y sin tener nada que ver con el dichoso fútbol, recordamos que en una Olimpiada de hace muchos años asistía un grupo de nadadores hispanos para competir por primera vez en esa disciplina en aquellas pequeñas piscinas de 25 metros de antaño, cuando le preguntaron al Delegado de Deportes responsable en esos momentos de los citados deportistas lo siguiente. ¿Qué espera usted de nuestros nadadores en esta cita natatoria tan importante para nuestra nación? El susodicho mandatario respondió con gran sentido del humor, en este caso humor negro. "¡Pues espero por lo menos que no se ahogue ninguno de los participantes!". Ahí queda eso.

Viva el dichoso.., furbo
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