Por Antonio Guerra León
En este articulillo de fin de mes vamos a llorar un poco a moco tendido, y para eso hemos utilizado el título de aquella bonita canción, "Lágrimas negras", tan en boca, ahora y siempre, por todos los cantantes, conocidos y por conocer, y más por los ciudadanos que desafinamos muchas veces, canturreado como desorejados integrales en cualquier reunión jartos, de vino o de ron.
Pero, del largo llanto de esas raras perlas negras, hemos escogido dos que por estar de latente actualidad nos han llamado la atención y pasamos a comentar enseguida.
Primera lágrima. No deja de ser para echarse a llorar esa solemne firma que los Partidos Políticos han estampado en un bello pergamino y con magníficas plumas de oro para considerar, muy serios ellos, que aquellos que han sido tránsfugas, o lo sean en el futuro, no podrán, jamás de los jamases, ser incluidos en las listas electorales, y por lo tanto apartados para siempre de la política como verdaderos réprobos, que según el diccionario "es una persona que ha obrado mal", u otra acepción más dura todavía, la de la religión católica, "persona que está condenada al infierno", o, si no, recordar aquello. Los réprobos no gozarán de la misericordia divina.
Y es que en este país nos pasamos de la raya o nos quedamos anclados en la edad de piedra, pues debe considerarse entre otras circunstancias que muchos de esos transfugismos, por cierto, que a nosotros no nos gustan ni un pelo, no son siempre culpa de los que abandonan el grupo, sino de los propios Partidos que no tienen en cuenta muchas veces que sus concejales -qué son los que tienen que dar la cara todos los días delante de los ciudadanos- pueden tener alguna vez razón, dictando justicia partidaria "los aparatos" como verdaderos caciques en cuestiones que, seguramente, se podían arreglar hablando o negociando, y no dando porrazos en la mesa como viejos franquistas.
Por eso, debemos diferenciar entre abandonar el grupo por motivos dignos, digamos de conciencia, que salir del mismo por meter la mano en "la lata del gofio", pero estando casi todos siempre de acuerdo en que el que abandona el escaño debe devolver -ipso facto- su acta al Partido, que al fin y al cabo es el que le aupado al puesto, aunque tenemos serias dudas a la hora de acatar estos principios para los integrados en las listas como independientes.
De todas formas, nos parece una milonga electorera todo este trámite lleno de pompa y boato para encandilar una vez más al público votante, que, escaldado, todavía recuerda cómo no se cumplió, casi nunca, ese mismo o parecido acuerdo rubricado entre partidos canarios hace algunas fechas (creemos recordar que a la sombra del Parlamento). Por lo tanto, pasándose, una vez más, como todos conocemo, por el propio y arrugado escroto el papiro de marras los políticos.
Segunda lágrima. En este caso muy sentida. Es la cuestión de la pobre gente (es un decir en algunos casos) que ha sido estafada por empresas como el denunciado Fórum Filatélico y otras cuantas más. Todo un drama para muchos de sus socios y familiares. Las personas que se consideran medianamente decentes pueden estar seguras de que no nos alegramos ni una pizca del mal ajeno, en especial de los más pobres que, encandilados por hábiles vendedores, muchas veces también víctimas ellos de la misma empresa que defendían con uñas y dientes, han puesto a disposición de los citados "tiburones financieros" sus pequeños y trabajados ahorros, sin pararse a recordar en ese momento, por cualquier circunstancia, la triste y tenebrosa historia de casos anteriores como Filesa, Gescartera y Sofico, entre otros malos especímenes.
Pero de eso a que el Gobierno -gestor de los dineros de todos los contribuyentes españoles- tenga que cargar con los indecentes resultados de esas detestables empresas va un un trecho. Nos parece por lo menos discutible que el Estado tenga que pagar los platos rotos, pues creemos que en un país libre donde cada persona hace lo que quiere y cuando quiere, siempre bajo su total responsabilidad, y más tratándose en este caso de una seria apuesta para ganar dinero y conociendo la larga distancia que existía entre lo que abonaba una entidad bancaria y lo que ofrecían esas raras empresas jugando y apostado a la ruleta rusa entre el riesgo y la seguridad, sin que nadie pusiera a nadie una pistola en la sien, es por lo menos para pensar que alguien tiene algo de culpa.
Tampoco nos parece bien utilizar estas cuestiones como armas políticas para desgastar al contrario, y es que muchas veces se nos llena la boca de "liberalismo" rampante, lejos de todo intervencionismo gubernamental, pero cuando las circunstancias pintan bastos pedimos todos a una, como viejas plañideras, que nos resuelva el problema "papá estado", y aquí paz y en el cielo gloria.
Igualmente nos parece una majadería propia de la persona a la que se le ocurrió la idea (el diputado popular Sr. Pujalte, conocido por sus payasadas) que estas personas perjudicadas sean exoneradas de sus impuestos en general, en una opinión totalmente demagógica e irreal que pensamos no merece ni una línea más.
De lo que sí estamos seguros es que el Gobierno debe de poner en manos de todos los damnificados todos los medios administrativos y judiciales necesarios para que estas personas no salgan aún más perjudicadas de lo que están ahora, pues errores los cometemos todos alguna vez en la vida, y, si no, pierdan ustedes un ratito en hojear los periódicos de no hace tantos años.