Por Martino
No se notó la huelga de brazos caídos de los funcionarios pero , en cambio, tuvo mucha repercusión la huelga de putas a la japonesa. Abiertas las veinticuatro horas para asegurar la producción. Tampoco fue noticia de primera plana la foto de la primera ministra, completamente desnuda, jugando con su mono, KRISPI, la eclipsó el guacamayo ERNESTO, record mundial por comelón de toda clase de pipas, y sin pelar.
Ríos de tinta llovieron sobre el inexplicable caso de la hiena OBDULIA, que perdió un mal día su sonrisa de hiena al ver que en la tele, en un reportaje de la NATIONAL, se decía que sus congéneres sólo comían restos y se apareaban una sola vez al año.
Para desgracia, lo que se dice desgracia, lo sucedido a la gallina DOMINGA, tan aficionada al chocolate que acabó poniendo huevos KINDER, pero sin sorpresa. Para sorpresa, la del loro JACINTO, se sabía todas las canciones de SARA MONTIEL, o sea cuatro, y es que ya de pequeño, al lorito, se le veía la pluma.
Bien, pues a pesar de tanto fenómeno, en aquella ocasión, fue declarado “ animal del año” por unanimidad el señor ARCADIO, concejal de cultura, capaz de bordar, a base de ventosidades inodoras toda la discografía de GEORGIE DANN.
Nadie supo qué hacer en el Reino de la Hipocresía aquel día que llovieron y a cántaros palabras malsonantes. El rey y la corte estaban desconcertados, a pesar del esfuerzo de los mejores meteorólogos, la lluvia de improperios les cogió de sorpresa y sin paraguas . No voy a repetir las palabras malsonantes que llovieron por no herir la sensibilidad de nadie, pero la mayoría , sin haber defecación de por medio, acababan en ON, ONA y UTA. Las palabras fueron repartidas con igualdad y fraternidad por toda la Corte. Así comenzó, según mi abuelo, la revolución francesa, aun que de las palabras pasaron a los hechos y al rodar de cabezas en la guillotina.
Me sorprendió, pensaba que los franceses eran más civilizados, pero la historia no miente, al menos en esto. Aquí, a pesar de ser más viscerales, a los nobles les damos subvenciones para sus fincas y la calefacción de sus palacios ( ver Casa de Alba), y a los reyes los mandamos a esquiar a Baqueira. Estamos entre lo blandorro y lo señorial, pero ya no somos lo que éramos, como dijo CACHULI.