lunes. 12.05.2025

Por Martino

No todos los que comen marisco son “ mariscones” ni todo consejero de pesca es mariscador furtivo. No obstante, una vez investigado el asunto en profundidad, sin pasión, sin dejarme llevar por la simpatía de un personaje como Marcos Páez, desde aquí lanzo a los cuatro vientos y a las cuatro esquinas la proclama de su inocencia.

Partamos de la premisa de que la gente es mala, más mala que un dolor de muelas, y de la constatación de que parte de la prensa es carroñera, otra muy carroñera, y nos sacan siempre en portada al alcalde que roba o prevarica, no al que se deja la vida por su pueblo por una menudencia de sueldo de sesenta mil euros de nada. La gente no es mala, es peor, y catapultada por la prensa canalla, es capaz de llegar al linchamiento como el eyaculador precoz llega al orgasmo, en un pis pas, más pis que pas.

Nada más aparecer la noticia, y en portada, de que habían pillado in fraganti al consejero de Pesca del Cabildo de Lanzarote, Marcos Páez, mariscando ilegalmente y con sobrepeso de capturas, todo el mundo se echó a la calle, tras ponerse las manos en la cabeza y santiguarse, frenéticos, hacia la defenestración del personaje público, a la vil guillotina, a la hoguera inquisidora, y todo ello sin contrastar ni nada, a pelo, sin la mínima indagación al respecto. En este país Zapateril, todo el mundo es culpable hasta que contrata a un inocente abogado que demuestre lo contrario, al paredón, parecía gritar la muchedumbre encorajinada.

Conozco a Marcos Páez, no personalmente, desde hace mucho tiempo, desde que comenzara sus escarceos políticos de la mano del padre Dimas, a quien luego negaría tres veces, como Pedro a Jesús, como Corporación Dermoestética a Yola Berrocal. Intenté hablar con él pero no pude, y, a través de una bruja amiga, lleve a cabo una conexión esotérica con su espíritu, creo a pies juntillas su versión. Él mismo, en plan virtual, con lágrimas en los ojos, me lo contaba mientras nos comíamos unas lapas, muy ricas por cierto:

“ Mira, Martino, yo en realidad estaba dando una vueltita por la marea, como vigía de occidente de las costas que soy por mi cargo, y de pronto metí la pierna en un charco y se me debieron pegar tres burgaos en la chola y una lapa saltarina en el pliegue del pantalón, si hubiera llevado pantalón pirata, de esos que se llevan ahora, no me habría pasado. Si eso es mariscar que venga Dios o Castro Cordobez y lo vean”.

Desde aquí mi apoyo incondicional a la versión de Marcos, como en su día algunos creyeron a Higinio Hernández, cuando dijo que, de pronto, se vio atacado por unas pardelas, muy al estilo de Don Alfred Hitchcock, y que se defendió. Queda dicho, Don Marcos podrá ser de todo, menos furtivo. Lo que pasa es que hay mucho exquisito por ahí.

Marcos Páez, inocente
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