jueves. 08.05.2025

1.- Me han dicho que, en un bar de La Laguna, el propietario ha colgado un cartel, detrás del mostrador, que reza así: "Prohibido preguntar cómo va la cosa". Un acierto el de este señor, harto de que los clientes ociosos, apalancados en la barra ante un vaso de vino y un trozo de Citerio, aburridos como monos y a la espera de cobrar el exiguo desempleo, le pregunten siempre lo mismo: "¿Y cómo va la cosa?". Pues ¿cómo va a ir? Mal, rematadamente mal, porque esto no lo arregla el médico chino. Así que el buen hombre, para ahorrarse la conversación, decidió colocar el cartelito, que le ha venido de perlas. El otro día, una persona muy allegada me decía: "Es que a ti últimamente no se te entiende nada; hablas entre dientes". "¿Pero cómo vas a entenderme tú -le dije- si no me entiendo ni yo? No entiendo ni lo que digo, ni lo que hago, ni nada de nada. Porque esto cada vez está peor. Lo que pasa es que un servidor ha decidido tomárselo a cachondeo. Que me llega una carta de esas negras de Hacienda; pues la miro, me empiezo a reír, le doy cuatro vueltas y hago como un amigo mío: la tiro a la basura sin abrir. Al fin y al cabo, ya sé lo que es. Les conté alguna vez lo de mi amigo. Cuando dejó su trabajo -era director de un medio de comunicación importante- se llevó con él dos sacos de correspondencia sin abrir, incluidas tarjetas de crédito caducadas, comunicaciones de bancos de hacía años, multas. "Yo no tenía tiempo de ocuparme de eso", aseguraba.

2.- Prohibido preguntar cómo va la cosa. Pues muy bien. Estoy completamente de acuerdo con el bodeguero de Aguere, pero he de reconocer que semejante mensaje no se le ocurre sino a un tipo de La Laguna, dotado de una gran dosis de gramática parda. La gente llega, pide el vino y la mortadela y se queda callada, mirando para el cartel y con ganas de preguntarle al hombre cómo va la cosa, pero absolutamente reprimida. El del mostrador, también en silencio, pasa revista a los parroquianos y examina las actitudes de la minoría silenciosa porque no tiene otro remedio. Imagino el cuadro.

3.- Es curioso, porque nunca había estado tan agotado. Y, más que del trabajo en sí, de las vueltas que tengo que dar para sobrevivir. Yo creo que estos temporales económicos agudizan el ingenio. El otro día fue un señor a un negocio familiar a preguntar a una empleada si yo estaba arruinado. "Señor", le dijo ella, mintiendo con cariño, "don Andrés es un hombre de recursos". Si ella supiera. Esta mentira piadosa dejó al hombre confuso, porque no se lo creyó del todo. En fin, el consuelo que me queda es que otros están peor, aunque no creo. Yo creo que no hay nadie peor.

achaves@radioranilla.com

Prohibido preguntar cómo va la cosa
Comentarios