Pensé que con la jubilación me había llegado la tranquilidad. Pero no, ahora uno, que es como una urraca, se pasa el día haciendo cuentas. Y a ver de dónde saca para llegar a final de mes. Los españoles nos henos acostumbrado a pasar apuros y con ellos vivimos hasta la hora de la muerte, amén. Es decir, que no tenemos cultura de la abundancia, lo cual es malo porque ni pagas lo que debes, ni ahorras para la vejez porque no se vislumbra la vejez, sino que estás metida en ella inexorablemente. A mí todo esto me parece un juego, pero no lo es. Nos hemos acostumbrado, desde el fatídico 2008, a vivir peligrosamente y no hay dios que lo arregle, a pesar de los anuncios de Rajoy de que la crisis había sido superada, lo cual siempre fue una gran mentira. La crisis sigue ahí, como un león rampante, aunque para los políticos y ex políticos no exista, porque ganan mucho la mayoría y la mayoría tiene también un retiro cómodo, como los ex europarlamentarios o los ex diputados y ex miembros del Gobierno. Además, las pensiones de estos personajes son mucho más altas que las del común de los mortales, que siguen jodidos y bien jodidos. Las listas de morosos hacen su trabajo y se prolongan en el tiempo; y no te dejan, por 30 euros que debas, financiar un nuevo teléfono móvil. No es mi caso, que conste, porque hay amigos generosos que me regalan alguno. Si Hacienda te tranca te dice que te han pagado en especies y te mete un puro, una de las trampas saduceas que dejaron Montoro y otros vampiros antes de irse. Todo el mundo deja su huella maldita en este maldito país en el que pagas más que en ningún otro de Europa. Ahora el paraíso es Italia. Que le pregunten a Cristiano.
Publicado en el Diario de Avisos