jueves. 08.05.2025

1.- Es verdad lo que dicen los amigos: que la obligación primaria del cronista es arrancar al lector una sonrisa cada mañana, para que así pueda afrontar mejor lo que sucede en este valle de lágrimas. Estoy de acuerdo. Me escribe un lector preguntándome si yo veo algún paralelismo vital entre el consejero del Cabildo Efraín Medina y Domingo de Laguna , inolvidable cronista social, fallecido hace años. Y le digo que no, porque aunque los dos son graciosos y eso, Domingo era también irrepetible. Puede que ambos estén unidos por ese cordón umbilical que da vida el culichichismo, género invisible y entrañable tan usual en la vida político social isleña. Pero no, iguales no. Domingo era un trasmisor de noticias, naturalmente falsas, y Efraín es un trasmisor de noticias, naturalmente vacuas. Y en esas vidas paralelas no hay coincidencias apreciables, a no ser las de ese cordón umbilical. Yo quiero mucho a Efraín, que me organizó, allende los tiempos, una primorosa presentación de un libro mío en Caracas. La bordó. Hace tiempo que no lo veo. Un beso.

2.- Como he hecho un punto y aparte, voy a Don Concha , que así llamaba Umbral al padre Víctor García de la Concha , director del Instituto Cervantes y antes de la Academia Española de la Lengua. Ha editado (el Cervantes) el manual "Las 500 dudas más frecuentes del español". Al español lo han destrozado las academias, singularmente las iberoamericanas. En un burdo afán integrador, ya da lo mismo acentuar que no hacerlo y también puntuar de la forma más rara. Por ejemplo, dice don Concha que no se debe decir punto y final, sino punto final. ¿Y qué pasa con el punto y aparte, entonces, debemos dejarlo en punto aparte? Es sólo -yo sigo acentuando este sólo para nunca encontrarme solo- una pequeña muestra del desastre.

3.- Luego una academia que admite un bodrio que se llama sustantivo eventivo (de suceso, o algo que empieza y termina) no merece demasiado respeto. Los académicos, en general, de aquí y de allá, con sus excepciones, se mueren por una dietilla y forman un conjunto de cátedros sin demasiada credibilidad universitaria que se unen, como don Concha, para repartirse el cepillo. Prefiero a Efraín y a Domingo, iletrados pero honrados. Y graciosos. Ay.

achaves@radioranilla.com

Arrancar una sonrisa
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