domingo. 11.05.2025

No entiendo lo que está pasando con la televisión que pagamos todos los españoles con nuestros impuestos y con la ayuda de la publicidad. No entiendo quién y cómo dirige Televisión Española (TVE) en estos momentos. Cada cosa que hacen es peor a la anterior, cada cosa que se hace convierte a la anterior en menos mala.

Este fin de semana volví a quedarme boquiabierto al comprobar que los informativos muy pronto se van a abrir con la Marsellesa. Pensé que el Telediario lo debe dirigir ahora un galo pariente lejano de Asterix y Obelix. De lo contrario no me explico que una vez más se desplazara a todo el equipo de informativos del fin de semana a París para cubrir el final de la segunda vuelta de las elecciones francesas.

No quiero decir con esto que lo de las elecciones francesas no fuera importante (por cierto, vaya desmadre que se ha generado con el ajustado triunfo de Nicolas Sarkozy sobre Ségolène Royal; algunos no saben perder o aprovechan cualquier ocasión para hacer el vándalo), lo que quiero decir es que me parece una pasada que se hicieran los informativos españoles desde allí, gastando una auténtica millonada para estar en un acto que ni mucho menos está entre las prioridades de los españoles, que somos los que sufragamos el costoso mantenimiento de un ente más ruinoso que los negocios que emprende la Pantoja. No creo que la tele pública del país vecino y no siempre amigo hiciera lo mismo. No me imagino a los de la tele francesa proponiendo a sus jefes la posibilidad de hacer los informativos nacionales desde Madrid porque aquí se celebran elecciones, como no me imagino ni de broma a sus jefes aceptando semejante proposición. Menudo son los franceses. Ellos inventaron el chovinismo.

Televisión Española está para sopitas y buen vino. Está para que la austeridad que ha impuesto la necesidad se administre con inteligencia. Si se recorta, se recorta lo superfluo, lo prescindible. Y hacer un Telediario desde Francia es absolutamente prescindible.

Mientras todo esto sucede, mientras se gasta de esta forma absurda el dinero, los españoles tuvimos que asistir horrorizados a las despedidas que se hicieron de dos profesionales de toda la vida de la casa, sorprendentemente incluidos en la última regulación de empleo. Me refiero a José Ángel de la Casa y Pedro Barthe. La despedida del locutor de los partidos de la selección de fútbol fue muy triste. Sus compañeros le hicieron un vídeo chapucero y supongo que improvisado a la carrera, una pequeña entrevista en el Telediario y poco más. Pero lo de Pedro Barthe fue de juzgado de guardia. Él mismo tuvo que hacer un discurso después de la retransmisión de su último partido de baloncesto, con Romay y Creus de convidados de piedra. Se me saltaron las lágrimas. No imaginaba que uno podía terminar una trayectoria profesional como la suya de semejante forma. Fueron tan cutres que no le dejaron siquiera acabar la temporada. Ya tiene un sustituto más joven, que por cierto no tiene la culpa de nada.

No son los únicos despropósitos de la nueva dirección del ente. En Canarias hemos asistido perplejos a la desmantelación de su centro territorial. Hemos asistido sobre todo más perplejos a la finalización de dos programas emblemáticos, que recogían la esencia de este pueblo en dos campos tan importantes como son la cultura y el deporte. Me refiero por supuesto a “Tenderete” y “La Luchada”. ¿Hacía falta eliminarlos de la programación? Parece ser que sí. Hay otras prioridades, como “Mira quien baila” o el capítulo 2.567 de “Cuéntame”.

No sé quién dirige la tele que todos pagamos, y, si tengo que ser sincero, casi prefiero no saberlo.

TVE, perdida en el más allá
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