miércoles. 07.05.2025

Está muy bien que llamaran “cara a cara” al encuentro que iban a mantener José Luís Rodríguez Zapatero (ZP en tiempos de campaña) y Mariano Rajoy este lunes. Porque eso es lo que fue, dos tíos frente a frente viéndose la cara. Llamarlo debate habría sido blasfemar contra el diccionario.

Me parece muy bien que los dos grandes partidos de este país (me imagino a Llamazares en su casa echando humo por las orejas) pactaran volver a recuperar la sana costumbre de que sus aspirantes a presidente debatieran en televisión, para que todos los españoles de bien observaran cómodamente sentados en su sillón favorito cómo se desenvuelven aquellos que nos representan, los que aspiran a vivir cuatro años encerrados en La Moncloa. Ahora, había tanto pacto, estaba todo tan calculado y encorsetado, que no dejaron un solo hueco para la verdadera confrontación de ideas.

Lo del cara a cara entre Zapatero y Rajoy fue exactamente lo mismo que sucedió la semana pasada en el debate entre partidos nacionalistas que organizó el programa de Televisión Española 59 Segundos, donde por cierto tuvo una destacada participación nuestro paisano Pepe Torres, José para la presentadora. Cada nacionalista soltaba su discurso en el minuto del que disponía y ya estaba. No había más, lo que convirtió algo que podría haber tenido mucho interés en un auténtico coñazo. Lo mismo han hecho los dos aspirantes a presidente, soltar su chapa política, sin ninguna novedad interesante por ningún bando, y poco más. El propio sistema que ellos mismos habían acordado restó emoción al encuentro.

Era una gran oportunidad, porque -que me perdone mi amigo Chalo que a esa hora emitía su magnífico programa en directo en Canal (L)-, a las diez de la noche en la Península, las nueve para los canarios, más de medio país estaba delante del televisor o detrás de una radio. Desconozco a estas horas cuáles son los índices de audiencia, pero imagino que han sido espectaculares. Una lástima para los dos candidatos, porque a mi juicio perdieron el tiempo y el espacio.

Qué quieres que te diga; si de mí hubiera dependido, habría organizado otro tipo de debate. De momento habría dejado que entrara público, habría colocado a la cla de cada bando ovacionando al suyo y abucheando al oponente. ¿Cómo vamos a comparar un debate en el Congreso con Martínez Pujalte metiendo cizaña constantemente por lo bajini, con Alfonso Guerra durmiéndose en el escaño y con el presidente de la Cámara desesperado por poner orden con lo que vimos este lunes a través de la señal que nos regaló a todos eso que se llama la Academia de la Televisión y que casi nadie sabe lo que es y de qué vive?

Ni me molesto en leer las primeras crónicas periodísticas. Me sé de memoria cómo van a titular los principales diarios, qué dirá cada columnista. Hay una manía terrible por asignar un ganador y un perdedor tras estas contiendas. Lo hacen además periodistas ajenos a los principios básicos de la objetividad, que por puro partidismo o por intereses económicos dirán o escribirán que ha ganado uno u otro. Antes de escribir estas líneas escuché brevemente lo que decían los contertulios invitados al programa preparado por la tele pública. ¡Qué raro, para los periodistas afines al socialismo había ganado Zapatero, y para los periodistas afines al PP había ganado Rajoy! Más de lo mismo. Sigo insistiendo en que es una vergüenza el periodismo que se practica en este país llamado España. Cuesta un ojo de la cara y parte del otro encontrar periodistas independientes, a los que no les importe decir realmente lo que piensan sin miedo a la reprimenda laboral.

No se puede saber quién gana este tipo de careos. Es algo muy subjetivo. Con los datos en la mano, se puede decir que se vio a un ZP más tenso de lo normal, algo confiado y con traiciones del subconsciente como la que le hizo hablar del “trasvase del AVE”. Rajoy, tal vez por culpa de la rigidez del sistema, no estuvo demasiado hábil para cazar al presidente saliente en renuncios tan evidentes como el que te cuento, y se limitó a soltar todas las cuestiones que le habían preparado en las decenas -tal vez centenas- de ensayos que hizo antes de plantarse en la Feria de Madrid. Ambos estuvieron correctos, y poco más. No me atrevería a dar un ganador, porque creo que no lo hubo. Escribir esto es una temeridad en los tiempos que corren, porque a los políticos también les gusta tener controlados a los periodistas, saber de qué pie cojean. Yo, y lo siento mucho, no cojeo de ninguno, aunque últimamente, como diría Fito, ando algo sordo del derecho.

Y si patético es escuchar a los periodistas de cada bando opinando sobre el debate, qué decir de la salida de los representantes de los dos partidos desde sus correspondientes sedes diciendo quién había ganado. Sólo faltaba que hubiera salido Caldera diciendo que ZP lo había hecho muy mal, o Elorriaga afirmando que a Mariano se le notaba que no se había sacado de la boca los fideos que le metió Felipe en un mitin de campaña de estos días.

No me gustó nada el debate, me pareció decepcionante. Los dos partidos se gastan cientos de miles de euros en asesoramiento, y no parece que les cunda demasiado. Espero que hayan tomado buena nota para el debate del próximo lunes, debate o cara a cara en el que espero que Zapatero no se despida de los españoles con el “buenas noches, y buena suerte” con el que el periodista estadounidense Ed Murrow despedía su programa de noticias y de entrevistas en la CBS en los tiempos en los que ser periodista era algo mucho más serio de lo que es ahora. Quiero pensar que ZP improvisó y soltó lo primero que se le pasó por la cabeza, que no tuvo al típico asesor/a listillo/a que le aconsejó que cerrara con eso. Es algo tan cutre como si yo ahora decido despedir los informativos que presento al mediodía en la radio con el “así son las cosas, y así se las hemos contado” del Ernesto Sáez de Buruaga que despidió al bueno de Carrascal. Señores del asesoramiento, un poco más de imaginación y menos plagios. Ya sé que casi todo está inventado o dicho, pero hay que hacer honor a los enormes sueldos que pagan los políticos por estos consejos. Hay que menear más las neuronas. A trabajar, que hay tiempo hasta el próximo lunes.

La rigidez mató el debate. Ni ZP ni Mariano
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