domingo. 11.05.2025

Este viernes casi me estallo de risa cuando leí uno de los titulares de portada que traía la edición canaria del periódico El Mundo, un titular -ahora no lo tengo delante-, en el que se decía más o menos que Jesús Polanco, el máximo responsable del Grupo Prisa, había dicho ante la Junta de Accionistas de su multimillonaria empresa que le era muy difícil en estos momentos a sus medios ser neutrales teniendo en cuenta la belicosa actitud mantenida por el Partido Popular (PP), una formación que según “Jesús del Gran Poder” -así le llama con mucha mala leche Federico Jiménez Losantos, encumbrado a las alturas de las audiencias gracias entre otras cosas a la propaganda absurda y equivocada que le hacen en numerosos espacios de distintos medios de Prisa- parece desear que se vuelva a la época de la Guerra Civil.

Y me estallé de risa porque la falta de neutralidad de Prisa nada tiene que ver con el estado de nervios en el que parece vivir en estos momentos la cúpula dirigente del PP. Su falta de neutralidad tiene que ver con la evidente inclinación política que padecen, con escora a la izquierda más progresista y de mejor talante del país. Soy habitual consumidor de todo tipo de medios de comunicación, tanto en radio, como en tele y en prensa escrita. No suelo encontrarme ni en la Ser, ni en Cuatro ni en El País un solo atisbo de neutralidad. Más bien todo lo contrario. Y no creo, insisto, que tenga algo que ver con la histeria de los populares. El único programa en el que se ofrece neutralidad, y no siempre, es “La Ventana”, espacio que dirige y presenta Gemma Nierga en el que de vez en cuando entran opiniones contrarias al Gobierno y en el que participan destacados dirigentes del PP como Mercedes de la Merced, dirigentes a los que se les deja hablar y se les escucha. En los demás, nada de nada, más de lo mismo. Cero neutralidad y cuestionable objetividad.

Con esto no quiero que se interprete que digo que sólo es el Grupo Prisa el que se aleja radicalmente de la utópica neutralidad. Prácticamente no hay un solo medio de comunicación en España que no tenga escora o querencia hacia uno u otro costado. Es lo que eufemísticamente se conoce como línea editorial. Eso más o menos lo entiendo y hasta lo justifico. Lo que no entiendo es que no exista neutralidad de ideas entre los periodistas, como ya he expuesto en infinidad de ocasiones. Como tampoco entiendo que los jueces tengan ideología de izquierdas o de derechas, cuando deberían ser personas casi sin identidad reconocible. Resulta increíble que la mayoría de los periodistas importantes de este país hablen siempre al dictado de su ideología política o de la que les impone el medio que les paga. Sólo hay que seguir el programa de Televisión Española “59 Segundos” para darse cuenta. Por cierto, que me gustó mucho cómo se defendió Pepe Blanco de los feroces ataques que recibió de Isabel San Sebastián. Me habría gustado entrevistarle cuando vino a Lanzarote. Qué pena que este medio no estuviera en la lista blanca de los socialistas. Por cierto, y sin que tenga nada que ver con el objeto de análisis de este artículo, ¿por qué todos los programas interesantes los ponen de madrugada?

Dicho todo lo anterior, también hay que significar, y lo significo, que el PP debería cambiar la política que está llevando a cabo en estos últimos meses. Parece como si le hubieran entrado prisas por ganar las elecciones por atajos que la población sensata ni entiende ni comparte. Tienen razón los que les acusan de crispar el ambiente, porque lo están crispando, en ocasiones con razón y en ocasiones sin ella. Se puede hacer política de oposición con algo más de inteligencia y con menos deseo de revancha. Deseo por cierto que es tan descarado como el discurso que mantienen aquellos que están alineados con el sector más derechón del partido, que existe.

El caso es que el responsable de Comunicación del PP, Gabriel Elorriaga, leyó este viernes un comunicado en el que insta al presidente de Prisa a rectificar las declaraciones que hizo el jueves ante la Junta General de Accionistas. El PP advierte de que, si no se produce, dejará de atender las convocatorias que se le hagan desde Prisa.

Como en este chiquito medio de comunicación estamos sufriendo un veto por parte de un partido político, el Partido Socialista Canario (PSC) -no es victimismo, como algunos se creen, es realidad constatable por mucho que diga Carlos Espino- ni puedo compartir ni puedo respetar una amenaza de estas características. Polanco se pasó tres pueblos con lo de la Guerra Civil, pero lo dijo ante los accionistas de su grupo, que no creo que sean precisamente del PP. Algo así no puede servir de excusa para que los populares dejen de acudir a las entrevistas que les solicitan o dejen de enviar los comunicados de prensa que redactan.

Una censura tan lamentable sólo puede partir de personas que no tienen ningún sentido de lo que significa la democracia. Porque democracia es eso, aguantar las críticas del adversario por muy duras que puedan parecer, poniendo si es menester la otra mejilla e intentando que tu discurso llegue al mayor número de personas posible. Algo así se lo escuché un día a Juan Fernando López Aguilar. Qué vueltas da la vida, qué curioso es este mundo. Dicho queda.

Polancada y censuras
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