Normalmente me quejo de que los informativos nacionales se han convertido en boletines de sucesos. El ochenta por ciento de su contenido lo integra el último asesinato del maltratador de turno denunciado setecientas veinticinco veces por la víctima, el niño que le ha cortado el pescuezo a su abuelo con una catana mientras juraba en arameo que es la reencarnación del Rey Escorpión o el edificio medio derruido y todavía en llamas porque a una señora de noventa años a la que nadie quiere y nadie cuida se le olvidó cerrar el gas. También me quejo de la falta de corporativismo que existe en la profesión que he elegido, esa misma falta de corporativismo que ha hecho que nadie o casi nadie haya salido en defensa de un maestro como es Jesús Quintero, “El Loco de la Colina”, quien ha sufrido un tremendo atropello contra su libertad de pensamiento y de entrevista nada menos que en la tele que pagamos todos. Pero hoy, especialmente, me quejo de lo complicado que resulta a periodistas como yo vaticinar lo que puede suceder en política, más cuando se trata de política canaria, más cuando se trata de política de Lanzarote.
Acertar una quiniela política en Lanzarote es tan difícil como dar con los números de la Primitiva. Ya me lo advirtió mi amigo Machín, un hombre de noventa años que tiene el cerebro de un chico de veinte. Le fallan las piernas, lo que soluciona con un bastón, pero la cabeza la tiene en plena forma. “En la política de Lanzarote cualquier cosa es posible, cristiano”, me dijo hace unas semanas mientras dirigíamos nuestros tranquilos pasos hacia la Calle Real. No le hice caso. Las tontunas de la juventud.
Hace unos días publiqué mi quiniela sobre los pactos que se estaban haciendo. Acerté todo menos una cosa, la más importante. Creí sinceramente que el Partido de Independientes de Lanzarote (PIL) se iba a quedar con la presidencia del Cabildo y le iba a dejar la Alcaldía de Arrecife al Partido Socialista Canario (PSC). Era lo lógico. Siempre se reparte así. Uno para ti, otro para mí. Aquí no, aquí ha sido uno para mí, otro para mí, otro para mí, otro para mí, y Teguise para ti. Semejante hazaña visionaria me ha costado no pocas cenas. Es otro de mis grandes defectos. Cuando estoy convencido de algo apuesto hasta los calzoncillos. Espero que alguno de los ganadores se apiade de mí y de mi quebrado bolsillo y cambie lo de la cena por otra cosa. Tal vez un cortadito.
No es fácil analizar el porqué de lo ocurrido en las negociaciones que han “llevado” Antonio Hernández y Manuel Fajardo. Y no lo es porque resulta casi imposible justificar por qué los independientes, que son más necesarios para los socialistas que al revés y que se han caracterizado siempre por manejar muy bien las negociaciones políticas, se han dejado birlar prácticamente todo lo birlable.
He hablado estos días con varias personas del PIL. Casi todas me han dicho lo mismo. No comprenden lo que está sucediendo. La mayoría entiende, como debe entender cualquier persona que conozca un poco la política local, que si se ha negociado así habrá sido porque Dimas está de acuerdo. ¿Por qué Dimas Martín iba a estar de acuerdo en ceder la alcaldía de la capital de la Isla y la presidencia del Cabildo a los socialistas, a los mismos socialistas que machacaron una y otra vez al Partido Popular (PP) cuando Juan Fernando López Aguilar era un simple diputado para que le metieran en la cárcel? “Eso es que le habrán dado algo a cambio”, me dijo mi amigo Machín mientras se ajustaba el cachorro que creo que lleva apretado a rosca.
El “algo a cambio” del que todo el mundo habla no es otra cosa que el indulto que ya solicitó Dimas Martín en su día. Ahora prefiero echar mano del ingenuo que llevo dentro para escribir lo siguiente. Me gustaría creer que algo así es imposible. Que los socialistas lanzaroteños no tienen posibilidad alguna de ofrecer a Dimas Martín salir antes de prisión a cambio de que les favorezca en los acuerdos de gobierno en las instituciones de la Isla. Me gustaría creer que no pueden hacer una llamada a Juan Fernando López Aguilar para que éste llame a su vez al nuevo ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, para que éste a su vez lleve el asunto al Consejo de Ministros y se apruebe... Demasiado lío y demasiado complicado para que sea real. No, no lo creo. Tiene que haber otra explicación que ahora no encuentro.
Y si no se ha negociado con la situación penitenciaria del líder del PIL, ¿qué se ha conseguido a cambio de ceder el mando en las dos principales instituciones? El reparto de áreas, que sí es beneficioso en algunos términos para los independientes, sobre todo en Arrecife, no responde a esta cuestión. Todo sigue a mi juicio en el aire. Eso sí, prefiero no aventurarme con más pronósticos. Bastante tengo con aguantar las coñas por mi penúltima metedura de pata.