Cuanto más conozco a los políticos más quiero a mi perro. Y eso que no tengo perro. Que me perdone el insuperable Groucho por plagiarle en parte. Cualquier cosa antes que la jauría que nos representa a aquellos que todavía somos tan bobos de ir a votar cada vez que se nos convoca.
Me he peleado en infinidad de ocasiones con mi compañero Miguel Ángel de León por su obsesiva defensa del abstencionismo. Todavía no le voy a dar la razón, pero estoy bastante cerca de hacerlo. Los políticos de hoy en día, como diría mi amigo Marcos Páez, están a la altura del atún. Qué más quisieran que ser atunes. A la altura del asno. Qué más quisieran ser asnos. No están a la altura de nada.
Llevaba casi un mes incumpliendo mi compromiso de escribir al menos tres artículos semanales en este diario. Tengo excusa. No tengo tiempo ni para pensar, y para escribir algo más o menos coherente necesito detenerme al menos un par de minutos a pensar. Hoy retomo esta sana actividad porque tengo que expresar mi opinión sobre varios asuntos que me llevan a querer más al perro que no tengo que a los políticos.
Todo el mundo habló este miércoles sobre la sorprendente decisión de Aznar y de Federico Jiménez Losantos (perdón, quise escribir Mariano Rajoy) de no incluir a Alberto Ruíz Gallardón en las listas del Partido Popular (PP) para las generales de marzo. No es para menos. Por decirlo de forma sencilla y lo menos ofensiva posible, creo que ha sido una metedura de pata tremenda que va a hacer que los populares pierdan las elecciones, ahora que habían conseguido, gracias al desastre económico en el que nos movemos, darle un giro a la tendencia del voto. No me creo la teoría de los excusadores de Rajoy, los que dicen eso de que el votante del PP es muy fiel y no va a cambiar su voto porque no esté Gallardón, como si lo harían si estuviera. No me lo creo porque es una solemne tontería, y demuestra escaso o nulo conocimiento de la realidad política del país. Las elecciones de marzo las ganará el PP o el PSOE por la mínima, y para conseguir esa mínima cualquier factor es importante. Y Gallardón lo era. Era el político que atrae el voto del indeciso, de aquellos que no tienen muy claro a quién votar, era el político que recupera el voto de los socialdemócratas más moderados, los centristas de verdad. Además, lo que es evidente es que la presencia de Gallardón en las listas no iba a restar un solo voto al PP; su ausencia sí. ¿Por qué además se ha esperado hasta el último momento para comunicárselo, por qué se ha estado jugando con él de este modo, poniéndole incluso en el vídeo de la pasada campaña al lado del presidente? Qué error más tremendo. ¿Por qué Rajoy y su equipo de asesores no le colocó en el puesto siete de la lista de Madrid, dos puestos por ejemplo por detrás de Esperanza Aguirre, qué necesidad había de humillarle públicamente, no habría sido más inteligente resolver el problema poniendo a los dos gallitos? La necesidad no es otra que la de intentar hundirle para siempre. Por eso dicen que cuando Gallardón le dijo a Rajoy que se marchaba de la política éste ni se inmutó. ¿Por qué se iba a inmutar si estaba encantado de que lo hiciera? Su reacción debió ser la misma que la del genio de Ron Dennis cuando Alonso le dijo que se iba del equipo. "¡Pues qué bien!", pensarían ambos. Es lo que sucede en todos los partidos; cuando alguien con valía y con gancho entre los electores saca la cabeza, los que mandan, por simple miedo a perder el poder, se la cortan. Así de sencillo. Espero que Gallardón recapacite y no se marche ni de la política ni del PP. Ya tendrá su oportunidad, como vaticina su mayor defensor en el partido, nada menos que don Manuel Fraga. Si Rajoy fracasa por segunda vez, que es posible que fracase, el PP tendrá que vivir una reforma interna, y entonces aparecerán gallardonistas por todas partes.
En Lanzarote, donde no nos libramos de nada, también tenemos a nuestro particular Gallardón. No es otro que José Francisco Hernández, un taxista al que todo el mundo conoce como “Pancho” que es tan cercano al pueblo como alejado es el grupo de personas que dirigen en estos momentos al PP aquí. Pancho es de hecho el único hombre fuerte de este partido en Lanzarote, una persona que se podría convertir en alcalde de uno de los principales municipios turísticos de Canarias a poco que se apriete más la nada fingida crisis entre el Partido Socialista Canario (PSC) y el Partido de Independientes de Lanzarote (PIL). No en vano, su partido en Tías consiguió en las últimas generales más votos que los socialistas, y en estas últimas locales le arrebató la mayoría absoluta al Gallardón de los socialistas lanzaroteños, José Juan Cruz Saavedra. Todo esto no ha servido de nada para que los dirigentes de su partido, María Dolores Luzardo y compañía, valoren como se merece no sólo a él sino al resto de sus compañeros del principal Comité Local de la Isla. Tal vez les pasa lo mismo que a sus mayores, que ven en Pancho a otro rival para liderar el partido y para terminar con su particular chiringuito.
Pancho aguantó y aguantó todo tipo de tarascadas antes de las elecciones simplemente por no perjudicar al partido. Y lo hizo consciente como era y sigue siendo de que la más elemental democracia interna impide que una formación se rija por una gestora impuesta desde el exterior. Se quejó donde se tenía que quejar, pero fue como predicar en el desierto. Ahora le está sucediendo algo parecido, lleva tiempo reclamando algo de atención de su presidenta y de sus adláteres, y no lo consigue. Para ellos no cuenta. Qué tremendo error para un partido que en Lanzarote sigue siendo casi testimonial. Jamás podrán dar el gran salto manteniendo este tipo de actitudes. En fin, que con su pan se lo coman.
Poco quiero escribir sobre la situación política de Lanzarote. Todo está dicho y escrito. Como dirían los más brutos, es para mear y no echar gota. Notas como la sacada por el Partido Socialista hablando de “teorías de la parálisis” que no existen vuelven a convertirnos en el hazmerreír de todo el mundo. Lo de la parálisis no lo han dicho sólo en Coalición Canaria (CC), en el "peor" PP, en el Partido Nacionalista de Lanzarote (PNL), en Alternativa Ciudadana (AC-25M), lo han dicho, lo que es mucho peor, en el Partido de Independientes de Lanzarote (PIL), que si no me equivoco vive desde dentro esta situación. En fin, otro día, con más tiempo y más espacio cuento algo más sobre este asunto. Hoy sólo quería escribir de los gallardones.
P.D: Quiero aprovechar también mi columna de hoy para mandar un cariñoso saludo a Ignacio Pacheco Cabrera, al que muchos lectores de este periódico conocerán como INA. Ignacio, con quien no puedo contactar porque he perdido su dirección de correo electrónico, ha protagonizado uno de los acontecimientos literarios más importantes desde que echó a andar este proyecto periodístico. Sus artículos, cargados de una sensibilidad impropia ya en la sociedad en la que vivimos, han despertado el interés de muchos lectores. Eso y la complicidad surgida con Mar, a quien ha dedicado una recopilación de esos insuperables momentos que ha tenido la amabilidad de enviarme a la redacción del periódico. Gracias por todo. Espero que no se acabe aquí la relación literaria.