domingo. 11.05.2025

Regreso a esta modesta columna de opinión después de una cura de desintoxicación política. Las elecciones son demasiado para el cuerpo. Más para un cuerpo que ya no está para muchas alegrías. Necesitaba oxigenar el cerebro, cambiarle los filtros y el aceite y hacerle una puesta a punto a base de consumir productos que no tuvieran nada que ver con votos, ayuntamientos, concejales, pactos y gobiernos. Nada mejor para continuar con la terapia que dedicar unos minutos a escribir sobre el verdadero opio del pueblo: el fútbol.

Como se podrán imaginar aquellos que saben que soy más del Madrid que Di Stefano y Santillana juntos, estoy más contento que un niño con zapatos nuevos. Para los que todavía no se hayan enterado, el Madrid se ha proclamado Campeón de Liga. Treinta nada menos tenemos ya en unas vitrinas donde no caben más trofeos. Seguramente que empezaremos a donar alguno a la ciencia y otros al Barcelona, para que aprendan que las copas se ganan con fe y esfuerzo, con amor a los colores, con sentimiento, y con algo más que no les voy a decir para que no lo copien. Lo de los plagios está más de moda que nunca.

Como la mayoría de los madridistas, disfruté enormemente este domingo cuando ganamos al Mallorca. No podía terminar la Liga de otra forma. Teníamos que ganar sufriendo, como hemos sufrido toda la temporada. Durante mucho tiempo vi las cosas feas, como las vieron feas la mayoría de los que como yo no tuvieron la suerte de estar en el Bernabeu y se conformaron con seguir la gesta por la tele. Los únicos que no lo veían feo eran ellos, los héroes de esta Liga. Sí, son héroes, son un grupo de jóvenes que han tenido la fe que no teníamos los demás, que han demostrado que todavía se puede dejar el alma en un terreno de juego. “Hasta el rabo todo es toro”, les debía gritar Capello en los descansos echando mano de su asimilada afición taurina.

Muchos de ellos no saben quién es Juanito. Muchos se sorprenden cuando miran al Fondo Sur y ven una enorme camiseta desplegada con el número 7. Pensarán que está dedicada a su capitán, Raúl. Pues no, está dedicada a Juan Gómez, Juanito. Un futbolista que no levantaba un palmo del suelo y que hacía auténticas diabluras con el balón (todavía recuerdo un gol que le metió con un sutil toque de puntera a Arconada -creo que fue a Arconada, aunque no me fío de mi memoria-, el mejor portero que ha tenido este país), alguien que prefería morirse en el césped de cualquier campo antes de dar un partido por perdido. Fue él, si no me equivoco, quien hizo inmortal aquello de que “noventa minutos en el Bernabeu son una eternidad”. Un genio. Como la mayoría de los genios, tuvo un final trágico.

Ahora su espíritu, el espíritu de Juanito, sobrevuela el Bernabeu. A sus amigos y compañeros, Camacho, Pirri, Santillana, Miguel Ángel, García Cortés y el resto de los que siguen vivos, se les pone la carne de gallina cada vez que el estadio grita su nombre. Era el ejemplo de raza, de casta y de amor a un escudo y a una camiseta. Era la entrega en todas sus dimensiones, la rabia contenida y sin contener. Era un gladiador, un torero. Era el espejo en el que sin saberlo muy bien se están mirando los nuevos valores que tiene el Real Madrid.

Me molesta una barbaridad que los rivales del Madrid (especialmente los de Barcelona) estén intentando quitarle mérito a la Liga que se ganó el domingo. Y me molesta porque es injusto. Es absurdo. Esta Liga no la ha perdido el Barcelona, como cacarean todos aquellos que no quieren ver la realidad, la ha ganado el Real Madrid. Y lo ha hecho porque sus jugadores no se han rendido, porque han demostrado que se puede seguir luchando aunque parezca imposible remontar un partido, aunque el rival te saque diez puntos de ventaja y tus aficionados te chillen cada vez que tocas el balón.

El presidente y entrenador del Barcelona en la sombra, Johan Cruyff, dijo este lunes que “si el Madrid es campeón, ha sido gracias al Barça”. Pues no, señor Johan Cruyff. Si el Madrid es campeón, es gracias al Madrid. Es el equipo, se lo recuerdo, que ha ganado la Liga por ko, no a los puntos. A los puntos empató. Sin embargo, tumbó al Barcelona en dos ocasiones: en el Bernabeu y en el Nou Camp. Como algunos tienen poca memoria, les recordaré que en esta temporada el "superbarsa" se llevó dos repasos de cuidado. El primero terminó en victoria madridista; el segundo terminó en empate porque apareció la magia del mejor jugador del mundo en estos momentos, Leo Messi. De no ser por él, el Madrid, que fue netamente superior, también habría ganado en la Ciudad Condal. De no ser por él, la victoria final también habría sido a los puntos.

Lo del Barcelona es otra historia que tendrán que analizar ustedes, señor Cruyff, como en su momento tuvimos que analizar nosotros el evidente final del ciclo de “zidanes y pavones” que inventó Florentino Pérez. Probablemente en Barcelona están exagerando, como se exageró en su día con el Madrid. A mi modo de ver lo único que les ha pasado es que han dejado de jugar en equipo, han pensado como se pensó en su día el Madrid que los partidos se ganaban desde la guagua y han pegado un bajón físico tremendo. Este bajón físico, que es determinante en un deporte en el que hoy en día gana el que más corre, se ha hecho más evidente además en dos de sus jugadores más importantes, Deco y Ronaldinho. Nada más. Siguen siendo muy buenos.

Que el Madrid no ha desplegado el mejor fútbol del mundo salta a la vista. Como salta a la vista que Fabio Capello ha cometido tantos errores a lo largo de la temporada como aciertos, lo que probablemente le costará el puesto si Calderón sigue erre que erre con su idea de que nos entrene Schuster. No le cogió el punto al equipo hasta mitad de temporada, fue incapaz de entender que David Beckham es imprescindible para su modelo futbolístico cometiendo además una injusticia terrible con él, y no cayó, por poner sólo unos ejemplos, en que Diarrá y Emerson no pueden jugar juntos salvo que quieras defender un cinco a cero a favor. Eso no le resta ningún mérito a lo que ha hecho él y han hecho sus jugadores. Cualquier otro grupo hace tiempo que habría tirado la toalla. Ellos han honrado la camiseta, han demostrado que querer es poder. Gente como Beckham, que ha sido un ejemplo de profesionalidad para las generaciones venideras, se pueden morir tranquilos. Qué decir de Roberto Carlos, el mejor lateral izquierdo de la historia y el mejor extranjero que ha pasado por España. Gracias a los dos, muchas gracias.

El fútbol también son sensaciones y emociones, y las sensaciones y emociones las ha transmitido el Madrid. Los partidos del Barcelona han sido aburridos, tanto cuando ganaba como cuando perdía. Les faltaba chispa. Sin Etoo son muy buenos, pero les pasa como a los toros que no llegan al respetable, que son sosos. Todo lo contrario que al Madrid. No recuerdo un equipo en la historia capaz de hacer lo que han hecho. Remontar marcadores en contra frente al Recreativo, al Sevilla, al Español, al Zaragoza y al Mallorca de forma consecutiva está al alcance de muy pocos. Se necesita tener una mentalidad a prueba de bombas, y mucha suerte. Probablemente no se vivirá una gesta igual en muchos años.

Ahora estos muchachos, estos críos, son puñeteros dioses. Mi mujer siempre dice con más razón que la santa que es que “todos merecemos vivir en algún momento de nuestra vida una experiencia así”. Todos deberíamos sentir lo que pudieron sentir el domingo Guti, Raúl, Roberto Carlos, Beckham, Diarrá, Gago... cuando el Bernabeu rugía y soltaba un efluvio de adrenalina colectiva que dio la vuelta al mundo. Desgraciadamente, es algo que sólo está reservado para unos pocos privilegiados. La mayoría de los mortales nos tenemos que conformar con alegrarnos cuando nos devuelve dinero Hacienda o cuando el mecánico nos dice que la avería del coche no es tan grave como parecía en un primer momento. ¡Hala Madrid!

El espíritu de Juanito
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