Estos días los que vemos la tele hemos podido seguir de cerca el programa que ha realizado Cuatro sobre el juicio del 11-M. Creo que el título ya era una prueba manifiesta de sus intenciones: “11-M, la derrota de los embusteros”. Su presentador no era otro que Iñaki Gabilondo -a mi juicio absolutamente perdido en la tele, más tieso que el palo de una escoba y peor maquillado que La Veneno; ¿nadie ha pensado en devolverle a su medio natural a este magnífico profesional de las ondas y eliminar a Francino?-, el mismo que durante esas jornadas dirigió magistralmente en la SER el alubión de informaciones que les llegaban procedentes de los servicios de inteligencia de este país. Fueron los medios de Polanco los primeros en saber que detrás de los atentados estaban los islamistas y no ETA, antes incluso que el Gobierno.
Me gustó el programa. No por su contenido, totalmente dirigido a intentar desacreditar a todos aquellos que no sé por qué se empeñan en mantener la historia de la conexión entre los islamistas y ETA, sino por su realización. Se lo curraron. Ahora, eso no quita para que cuestione la falta de objetividad. Evidente falta de objetividad. Parecía como si en Prisa tuvieran prisa por hacer un corte de mangas al Partido Popular (PP) y a la competencia, especialmente al diario El Mundo, subrayando algo que ya hemos visto aquellos que seguimos el juicio. Por cierto, coincido con aquellos que piensan que el juez Bermúdez es un auténtico descubrimiento. Me pareció increíble comprobar cómo mezcla la autoridad que emplea con algunos acusados y con no pocos abogados (a más de uno le ha hecho, literalmente, perder los papeles) con ratos de paciencia infinita como el que protagonizó con Díaz de Mera.
En su día ya escribí y repito ahora que me parece muy mal que la Cadena SER y el resto de medios del grupo -el ridículo veto del Partido Popular (PP) parece que va remitiendo, por mucho que le pueda fastidiar al propio Polanco y a los más victimistas- sigan a día de hoy empeñados en recordar una y otra vez que el Gobierno de José María Aznar intentó hacer ver a todos los españoles que ETA estaba detrás de los atentados del 11-M. Parece como si pensaran que la gente no tiene memoria, que nos hubiéramos olvidado ya de que la metedura de pata (nunca he llegado a pensar que fuera otra cosa) del PP les hizo perder las elecciones. Parece como si estuvieran convencidos de que nos hemos olvidado de los múltiples engaños y pistas falsas que se fueron colocando dentro y fuera de la investigación para generar más confusión de la que ya había en el día más terrible de la historia de este país. Parece como si creyeran que nos hemos olvidado de la tremenda campaña que inició ese mismo día la propia Cadena SER, desde donde comenzaron a fluir a un ritmo vertiginoso y claramente sospechoso todas las informaciones que vinculaban los atentados con sus verdaderos autores, los islamistas. Lo del programa de Iñaki Gabilondo es más de lo mismo. Porque todos los españoles más o menos informados sabemos que fueron los islamistas los que pusieron las bombas.
Con cierta inteligencia, en este medio intentan desviar la atención del verdadero debate, haciendo algo tan feo como es cuestionar sistemáticamente el trabajo que realiza el diario El Mundo. Incluso uno de sus tertulianos, Carlos Carnicero, se permitió el lujo de decir que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se había equivocado al aceptar ser entrevistado por este medio, “dándoles credibilidad”. No, señor Carnicero, no se da credibilidad, lo que se hace es dar cobertura incluso a los que no piensan como tú.
El verdadero debate no se debería centrar por tanto en la tontería de la vinculación entre los islamistas y ETA -insisto, la gente tiene eso más que superado y los que tenían que pagar la osadía ya la pagaron-, el verdadero debate está en saber quién y por qué engañó al Gobierno, quién se dedicó además a dar las informaciones a la Cadena SER y con qué objetivo, quién pudo haber evitado los atentados y no lo hizo. Eso es lo importante, porque muchos no nos olvidamos de que incluso se llegó a convocar a través de algo tan moderno y efectivo como son los mensajes de móviles una manifestación enfrente de la sede del PP en la calle Génova de Madrid en la que se profirieron todo tipo de insultos, coincidiendo, ¡qué casualidad!, con la sagrada jornada de reflexión. Mi amigo David estuvo esa noche allí trabajando, y no cuenta precisamente maravillas de los exaltados manifestantes. Eso quería que contaran también en la Cadena SER, que hay oyentes a los que nos gustaría escuchar algo distinto, que se pasara página de una vez, se dejara de machacar sobre el mismo asunto y centrara el debate en el lugar correcto. ¿No se evitaron los atentados porque no se pudieron evitar o porque no se quisieron evitar?
Sólo con este tipo de periodismo, el que rebusca en las cloacas de la información, podremos algún día saber toda la verdad sobre lo ocurrido en las estaciones de Atocha, Santa Eugenia y El Pozo. Lo importante, vuelvo a repetir, no es si ETA tuvo o no participación, lo importante es que no se trate de echar tierra encima del asunto para que no sepamos si hubo negligencia o algo peor entre aquellos que velan por nuestra seguridad. No hay que olvidar que muchos de los que hoy se sientan en el banquillo de los acusados eran confidentes de la Policía, muchos de los cuales avisaron con tiempo de que se estaba planeando la masacre. No hay que olvidar que gente como el señor Díaz de Mera, por entonces responsable político de la Policía, parecía tener menos información que cualquier ciudadano de la calle. Eso y su falta de tino le hizo hacer el ridículo más espantoso de los que se han hecho en el proceso. ¿Por qué no se actuó antes, por qué están tan politizados los servicios de información de los encargados de vigilar a los que nos amenazan?