domingo. 11.05.2025

Siendo como es un drama de dimensiones extraplanetarias, la fuga masiva de seres humanos de África podría convertirse en un buen argumento para escribir una gran novela. Una novela llena de terror, en la que los protagonistas serían seres humanos desesperados y en busca de su última oportunidad para reconciliarse con un dios que evidentemente les ha abandonado. Supongo que a alguien ya se le habrá ocurrido y estará manos a la obra. Si es así, le aportaré algo sobre lo que reflexionar que a su vez me aportó a mí hace unos días una buena amiga para ilustrar mi columna de hoy: ¿alguien se ha parado a pensar realmente en las vueltas que da el mundo en poco tiempo, nadie se ha dado cuenta de que el fenómeno social que tanto preocupa ahora a los europeos no es más que una venganza de los millones de seres humanos que fueron despojados salvajemente de todo lo que tenían en África durante varios siglos? Aclaro que mi amiga cree en el Más Allá y en los espíritus, en eso que desde pequeños conocemos como fantasmas. Los vengadores, por tanto, ya no son de este mundo, aunque en su teoría están en él.

Eso es lo que está pasando ahora, el espíritu de los esclavos toma venganza, y la sirve bien fría. Ya no tiene ningún negrero que ir a África a conseguir mano de obra gratis. La mano de obra va de forma voluntaria a los países que no hace tanto utilizaron a sus antepasados, y lo está haciendo en tropel. Los descendientes de los esclavos, que están a punto de cerrar su venganza en Estados Unidos colocando a uno de sus representantes en la Presidencia del Imperio, se van a seguir colando con vallas o sin vallas en la vieja y anquilosada Europa, cambiando de color gran parte de su paisaje. Los franceses ya no serán tan franceses, los alemanes ya no serán tan alemanes, los ingleses ya no serán tan ingleses... La mezcla de razas que tanto temieron los colonos desheredados cuando llegaron al Nuevo Mundo es ya una realidad.

Sin embargo, sólo estamos ante el principio de un futuro mestizo, en un porcentaje que de momento no asusta. Preocupa, pero no asusta. La Europa del siglo XX no se parece en nada a la del siglo XXI. Los esclavos están tomando venganza, insisto. Y si no, que se lo pregunten a los aficionados al deporte. La selección alemana de baloncesto que jugó el último campeonato de Europa tenía en su equipo titular a cuatro jugadores negros y uno blanco. La selección francesa de fútbol a poco que se descuiden y una vez que se ha marchado Zidane -¡qué futbolista!- sólo tendrá blanco al portero, y a la selección inglesa le pasa tres cuartos de lo mismo. En atletismo, hasta países nórdicos como Suecia, Noruega o Dinamarca tienen atletas negros. En España, y mira que somos quejicas y racistas en España, sin embargo, se cuentan los casos con los dedos de la mano, y en la mayoría de ellos ni siquiera corresponden a personas nacidas aquí, sino nacionalizados, como es el caso de Senna, el jugador brasileño que ha defendido la roja en el decepcionante mundial del que una vez más nos volvieron a apear a las primeras de cambio. ¿Qué ocurrirá con los defensores de una Europa blanca y pura como quiso Hitler? Que se tendrán que aguantar, porque la venganza de los esclavos está cumpliendo sus plazos.

Curiosamente, fueron los árabes los primeros que traficaron con esclavos en el Continente Negro, hasta que en la zona del Mediterráneo se dieron cuenta de que era mucho mejor cogerlos que comprarlos. El control europeo de este deleznable negocio llegó en el siglo XV. Y qué curioso, España, siendo el mayor colonizador del Nuevo Mundo, fue el país que menos negoció con esclavos, limitándose a conceder licencias de entrada, inicialmente a los genoveses, después a las compañías alemanas y a los portugueses, y por último a franceses e ingleses. Conociendo este pequeño apunte de la historia más negra de la humanidad, refuerzo la tesis de mi estimada amiga. Si no fuera una venganza de los esclavos lo que está sucediendo ahora, ¿por qué es España el país en el que menor presencia tiene la raza que terminará dominando el mundo? Sí, bueno, tal vez porque España no ofrece las oportunidades y el nivel económico de Francia, Inglaterra u Holanda.

Eso es lo obvio. Pero, si vas a lo menos obvio, ¿por qué no pensar en la teoría de la venganza, por qué no creer que habrá un hombre negro o una mujer negra dirigiendo cada uno de los principales países europeos en unos años? Sé que a más de uno le daría un soponcio.

De los esclavos a los zidanes
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