viernes. 04.07.2025
Nunca perdió más tiempo el águila que cuando escuchó las lecciones del cuervo. William Blake

Análisis literario

Por MARIO CRESPI

Cada continente tiene su personalidad, su carácter. A Europa siempre la he visto como una madura señora, llena de experiencia y elegancia; América pujante, plena de inconformismo y liberalismo; Oriente mágico y milenar. África es el continente del misterio, de los contrastes. Rica en recursos, pero cuna de las pobrezas más dolorosas. Verde en la selva, ocre en sus desiertos, negra en su gente. A través de los tiempos fue colonizada, explotada y violada. Su sangre se ha derramado en tantas tierras lejanas, a causa de esa vergüenza universal que ha sido la esclavitud. Castigada por masacres y guerras, algunas propias, pero muchas incitadas por intereses foráneos. Pero pese a todo, ha demostrado, sin dudas, que es inmune a todo eso. La división territorial no ha significado nada, las ideologías políticas, alianzas, uniones nunca han funcionado. Es un continente de etnias, tribus y familias. Llena de magia y misterio, brujerías, creencias y ritos. Su música e instrumentos han sido la inspiración de generaciones de compositores americanos y europeos. Su cultura y colorido lo vemos en la moda y el arte. Y sus tradiciones e historia en tantos relatos. He seleccionado tres libros que ven aspectos tan diferentes de su geografía y cultura como es el África misma. El desierto, el corazón selvático y el colonialismo.

Sobrevuelo el mundo

como un cóndor andino,

mientras la vida, viento,

pasa entre mis plumas

sin dejar marca alguna.

Con mi lento envejecer

de ave observadora,

veo a los hombres crecer

jugando a no ser mas niños.

Con mis ojos de halcón,

veo a hombres muy chicos

que, sin nunca poder,

tratan de ser mas altos

usando en el teatro de la vida

sus vestuarios,

máscaras mal pintadas

de emociones desatadas.

Sus libretos elaborados

sin sentido y sin decir nada,

hablan de lejanos paraísos

en edificios de mil pisos,

sin ver mientras pisan

la belleza de la tierra.

Y odiándome y sin vergüenza,

se transforman en aves de presa,

y así comen restos y carroñas

de guerras y sus pobrezas.

Luanda, 1936. Lugar y fecha que nos ubican y además título de un libro lleno de verborragia, de gran riqueza idiomática, quizás hasta demás, salvo en su graciosa y no tan velada crítica a los ampulosos y vacíos informes burocráticos. A través de los ojos de un exilado amoroso, vemos una sociedad colonial llena de hipocresías y vacía de sensibilidad hacia los colonizados. Lo único que importaba, era el cuidado de las formas. El poder absoluto que todo lo corrompe, el dinero, los bajos instintos. Todo eso mostrado durante la investigación, cuasi policial, de unos crímenes misteriosos, mágicos, casi rituales, realizada por ese periodista desterrado. La magia que oculta una realidad vergonzosa. Mendiluce nos muestra todos los pecados del colonialismo en una tierra que aprendió a amar.

José María Mendiluce. Madrid 1951. Militante estudiantil, preso y luego pasa a la clandestinidad. Enviado en1980 a los Balcanes por la ONU. Eurodiputado. Autor de Amor Armado, La sonrisa de Ariadna y Pura vida que fue finalista del premio Planeta 1998.

Pájaro de sol comienza cuando una investigación arqueológica descubre las ruinas de una antigua civilización en el corazón de África. Al acceder a un pasaje oculto son contaminados por una toxina que les provoca alucinaciones. Wilbur Smith nos lleva a ese pasado remoto a través de las visiones de sus personajes. La relación entre jefe y ayudante se transforma en la amistad entre el rey y su segundo. Un libro muy entretenido que escapa a su habitual relato sobre su Rodhesia natal, bóers, y colonos y la familia Courtney que es la suya propia. De su pluma, que en sus últimas publicaciones encuentro muy comercial y automática, han salido excelentes novelas de aventuras inspiradas en su niñez y familia como fue su primer éxito Donde comen los leones.

Willbur Smith. Zambia 1933. Su niñez pasa en la hacienda de su padre, jugando y cazando con los hijos de los empleados. Trabajó en minas de oro, empleado de impuestos, hasta que empieza a escribir sobre el África que ama.

Los ojos del tuareg es lo único que vemos de estos duros hombres del desierto. Alberto Vázquez Figueroa nos relata una más de las locuras y violaciones que ha soportado el África. Un rally a través del desierto. El hijo de aquél mítico personaje de su novela Tuareg, junto a su familia, castigados por un crimen que les es ajeno, defiende lo único que les pertenece, un pozo de agua en el medio de la nada donde son condenados a vivir y del cual depende su supervivencia y que es contaminado por una de las tripulaciones del rally. Mostrando la misma astucia, nobleza y apego a sus costumbres, pero con un conocimiento del mundo”civilizado” se va transformando en un justiciero, no tan ciego pues no permite que su sentido de la moral le impida hacer lo que esta bien.

Alberto Vázquez Figueroa. Escritor canario nacido en 1936. Su familia es desterrada por motivos políticos. Reside en el norte de África hasta los 16 años. Escribe su primera novela con 14 años. Periodista, corresponsal de guerra y escritor de éxito.

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